Algo se mueve y no lo veis
Quien haya tenido en casa dos perros, machos alfa, sabrá como yo que su desencuentro será irreconciliable pero, ante la amenaza de un tercero, sumarán sus fuerzas actuando como un equipo para expulsar o someter al intruso antes de volver a sus diferencias.
No debe sorprender que los representantes de los partidos políticos institucionalizados deslicen a la menor ocasión advertencias, alarmados por la irrupción de una nueva formación en el panorama electoral.
Amparados en la desinformación de esa masa que muchos de ellos definen como “el conjunto de los españoles”, no dudan en arrojar insidias y calumnias de toda clase, sin asomo del más elemental contraste.
Cabía esperar tales reacciones en el ámbito de la derecha, ya que la mencionada formación se ubica en un hábitat extremadamente opuesto a ella. Sin embargo, la beligerancia de los supuestos partidos de izquierda los ha desenmascarado en sus verdaderas intenciones. Freud llamó a esa actitud el “narcisismo de las pequeñas diferencias”, hasta ahora encarnadas en el cuadrilátero representativo por IU y PSOE. Pero a mi ver hay más: es la resistencia de un consolidado modo de vida, incrustado en aparatosos sistemas muy jerarquizados y sustentados por una democracia interna, cuando menos, mejorable.
En su tour promocional, el nuevo líder del PSOE no se priva de mostrar su inquina a tan pequeño rival. El resto de su discurso, para muchos, no es más que un letárgico y monocorde parloteo. Pero no como el del encantador de serpientes, que distrae para alcanzar su propósito, sino como el del maestro tedioso al que hay que soportar en la primera clase de la tarde. Después de comer. Ni siquiera un lindo rostro es capaz de alejarnos del bostezo y mirar por las ventanas, al otoño.
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