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La seducción de Pixán

1 de Octubre del 2014 - Benigno Martínez-Fuego (Marcenado (Siero))

Si hay dos papas, dos reyes, dos reinas y dos generales de todos los ejércitos, ¿por qué no puede haber en el Principado dos versiones del "Asturias, Patria Querida"? Maldita la gracia, pero tendría coña la duplicidad.

Viene a cuento de leer una de esas noticias de verano, quiero decir, una de esas recurrentes que sirven para rellenar páginas buscando el protagonismo. Sucedió el viernes 22 del pasado mes de agosto; el tenor Joaquín Pixán ponía colofón a su recital en la iglesia de Colombres con el estreno de una nueva versión del Himno de Asturias por ley desde 1984, que hasta su gestación de la adopción como enseña musical de la región conociera ya varias versiones a lo largo de su historia. Como bien nos hace entender, Pixán busca en este asunto esos minutos de fama a los que se refirió Andy Warhol, renovando los ocho versos finales del himno, sabedor de que la idea tendría muy complicado el éxito, pero que su obstinación cobraría enorme relevancia y daría pie a la teatral polémica desatada. A Pixán se le rompió el amor de tanto usarlo, sabe el popular músico, que en el infinito universo de la música caben la ironía, la broma y la crítica, y que también cabe la segunda estrofa de nuestro himno oficial, la morena, la flor y el balcón del estribillo, y que un himno plenamente aceptado en su versión actual, que ha costado mucho, allá por los ochenta, lograr que gustara lo que ahora no gusta, modificar la letra tendría la asunción complicada, más allá de los tópicos, evocaciones y tratados históricos que rodean el asunto. Lo cierto es que sólo sirve para incordiar, lo que se dice en lenguaje coloquial "tocar las narices", más cuando en primera instancia ya se abordan defectos en la recién estrenada versión. Mi sabiduría o, dicho de otro modo, mi ignorancia en el género musical llenaría la nueva biblioteca de Alejandría, pero he leído crónicas de prestigiosos columnistas, incluso en estas páginas: Esteban Greciet opinaba sobre la letra estrenada de Pixán que pecaba de algunos desajustes y no era muy buena. En la misma línea, Pepe Monteserín, en su columna, escribía que la versión estrenada es obtusa, ñoña y ripia. Bueno, pues así las cosas, ahora cualquiera sabe cuál de las dos versiones será mejor, ya que tiene mucho mérito escoger entre dos cosas que no son buenas y quedarse con la peor.

En la cita ritual de este diario LA NUEVA ESPAÑA, desde hace tiempo deslumbran las viñetas, ese espacio que diariamente nos ofrece con su talento de ideas que encierran cargas de profundidad y subtextos con el favor de la crítica en el zurrón. Por Dios bendito, la que emerge el domingo 24 de agosto, de Pablo García y Rogelio Román, arranca carcajadas y nos ponen la letra al himno que no ofende a nadie.

Pixán, no se sienta fracasado porque no consigue el cambio, ya verá cómo aparece un famoso que le lance el reto del cubo de agua helada.

Benigno Martínez-Fuego

Marcenado (Siero)

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