¿Para qué sirve el Consejo de Estado?
El Consejo de Estado se reunió el domingo (28/09/2014) por la tarde para negar al presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, la potestad para convocar la consulta soberanista. ¡Un domingo por la tarde! Está bien que se reúnan esos consejeros de Estado, pero lo mismo y con la misma celeridad tenían que haberlo hecho en agosto de 2001 cuando Zapatero y Rajoy (PSOE-PP) pactaron la reforma constitucional, limitando el déficit público, artículo 134 de la Constitución española. O también ese elitista Consejo de Estado podría haberse reunido cuando millones de españoles vieron frustradas sus aspiraciones de trabajo, cuando las leyes de recortes sociales, o cuando los índices de pobreza infantil embadurnaban nuestro país. O por qué no se juntaron para dictaminar contra la corrupción de los políticos, etcétera.
Las famosas puertas giratorias de las que habla Podemos (Pablo Iglesias) están no sólo en los consejos de administración de empresas del Ibex 35, en Iberdrola, Endesa, Repsol, Gas Natural Fenosa, etcétera, sino también en los consejos consultivos institucionales como el que paga a Gallardón 8.500 euros mensuales vitalicios.
Pululan por todas las regiones de España consejos consultivos o tribunales de Cuentas de las autonomías, o cientos de consejeros y asesores, por ejemplo de la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid y otras. Son tantos los estamentos que sangran la economía de los españoles y, sin embargo, ese Consejo de Estado no dice nada de nada. ¿Para qué sirve, entonces, el Consejo de Estado? Pertenecen todos ellos, como dice Podemos, a lo más selecto de la casta española.
Estos cementerios de elefantes, suculentamente pagados, son como cobijos, medio ocultos, de centenares de parlamentarios y ministros que han pasado de la actividad pública a la empresa privada, a veces con billete de ida y vuelta.
Toda esta flor y nata política bien podría hacer algo más positivo que estar agarrada al sillón –y cobrar– en esos menesteres infructuosos para la mayoría de los españoles. Además, ¿están preparados después de tantos años de dejar la política? ¿Representan a los españoles? Algunos, por su edad, no sabemos qué capacidad tendrán para dictaminar en asuntos de Estado tan importantes. ¿Es necesario publicar sus sueldos y sus nombres?
Qué nos está pasando en este país. Las élites financieras, políticas y gubernamentales hablan de regeneración política, pero sólo les interesa, además de sus vitalicias pagas, los votos que puedan sacar o perder… Pero el tiempo de las prebendas, los privilegios y las nóminas desorbitadas se les está acabando: las urnas, en 2015, pondrán a cada uno en su sitio.
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