Fanatismo sangriento e intolerante
La liberación en su día del periodista estadounidense Peter Theo Curtis, ha supuesto un evidente alivio en la cada vez más tensa proyección internacional del Estado Islámico.
No, no han sido las masacres cometidas contra poblaciones indefensas lo que ha hecho saltar las alarmas en el acomodado mundo occidental, sino los crueles asesinatos de europeos secuestrados cuando simplemente trataban de narrar lo que estaba pasando o de ayudar a una población civil olvidada e indefensa.
Son asesinatos planificados y ejecutados con repugnante meticulosidad, con una puesta en escena muy cuidada y aprovechamiento de las técnicas de comunicación para asegurarse de que su difusión a través de las redes sociales va a lograr un inmediato y enorme impacto en la opinión pública occidental.
Algunos gobiernos han elevado voces de condena y han anunciado reuniones y medidas para combatir el terrorismo. Pero como de costumbre, adoptarán con retraso algunas medidas que volverán a ser insuficientes. Mientras, seguirán siendo caldo de cultivo para que los embajadores del fanatismo logren reclutar aquí a jóvenes y alistarlos bajo sus banderas.
Se cuenta sobre ellos aberrantes atrocidades que ponen los pelos de punta. Niños decapitados por el mero hecho de pertenecer a una comunidad cristiana, muchachas violadas o convertidas en esclavas sexuales por el mismo delito, ejecuciones en masa... Horrores de todo tipo.
Además, ofertas altamente seductoras. ¡Llévese una mujer cristiana o yazidí convertida por solo 1.000 euros! ¡Quinientos si es usted un combatiente del Estado Islámico! ¡No se prive de una oportunidad única para disfrutar de una esclava tal y como le plazca!
Si no fuera tan absolutamente repugnante y desagradable, nos parecería estar leyendo el texto de una novela sobre las cruzadas. Pero, lo cierto es que en las calles de Mosul, la ciudad iraquí que tenía la mayor población cristiana, hoy se venden decenas de mujeres que han sido capturadas por los salvajes del Estado Islámico. Mujeres convertidas en botín de guerra en pleno siglo XXI.
Actualmente en el Islam, se reconocen tres grandes divisiones entre las personas: hombres y mujeres (musulmanes y no musulmanes), libres y esclavos. Obviamente, la peor mezcla o combinación posible es la de ser mujer no musulmana y esclava.
Suelen ser saudíes los que compran a jóvenes sirias de familias desesperadas, con las que se casan por una noche y después echan de sus viviendas como si fueran despojos. Y es de este país de donde han salido "piezas" como Bin Laden o los fondos que financiaron a los Hermanos Musulmanes de Egipto, a los talibanes de Afganistán y a otros terroristas que hoy constituyen el núcleo duro del Estado Islámico.
Ante todo ello, nos preguntamos, ¿a qué este auge del islamismo más radical e intolerante? ¿Cómo, de repente, surge este autodenominado "califato" que persigue incluso a los musulmanes que no se circunscriben a su sanguinaria ley?
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