Limanes, iglesia de acogida
Paz y bien
Una vez más, mi querida parroquia de Santa María de la O de Limanes (Oviedo-Siero/Siero-Oviedo, que tanto monta) vuelve a ser actualidad en los medios de comunicación. Y no lo es, como sucede con otras parroquias, porque celebre sus fiestas patronales o porque la "feligresía" rinda homenaje al señor cura párroco por llevar en la parroquia muchos años ejerciendo la cura de almas. Bien es cierto que también hay parroquias que aparecen en los medios porque los "feligreses" se sienten molestos porque su obispo (utilizo de forma consciente el término obispo, sabiendo que Oviedo es un arzobispado y que, por tanto, al frente de la diócesis hay un arzobispo).
El motivo por el que la parroquia de Limanes vuelve a ser noticia es un asunto que ya viene en ser viejo o, por lo menos, con unos años. En este caso, es la decisión del señor párroco (omito conscientemente la palabra cura, pues, como ya he manifestado, hace referencia a la cura de almas y eso es precisamente lo que queda de manifiesto que falta en esa parroquia) de suprimir la catequesis.
Este suceso, aun siendo grave, no tendría tanta importancia si no se sumase a otra serie de hechos que ya van siendo numerosos y que, por conocidos, no dejaré de señalar: el cementerio, la negativa a acompañar restos mortales desde la iglesia hasta el cementerio por no esperar a que el presbítero se cambiase de ornamentos, reñir desde el altar a una señora de 80 años (mi madre, que en paz descanse), por no responder en voz alta en aquellas escasas intervenciones que la liturgia reserva a los fieles laicos (este último brote de prepotencia es conocido por el señor vicario general de la archidiócesis, pues yo mismo se lo relaté en su despacho del palacio arzobispal de Oviedo en el verano de 2012).
Son ya muchos los hechos que provocan enfrentamiento entre el párroco y la "feligresía" y empieza a ser cuando menos sospechoso el silencio del señor Arzobispo y su equipo de vicarios, y más cuando todos esos acontecimientos están perjudicando, si es que existe alguna, la vida de la parroquia.
Si miramos el Código de Derecho Canónico, vemos que los cánones 1.740 a 1.752 de la sección II se refieren al procedimiento para la remoción y traslado de los párrocos. Transcribo los cánones 1740 y 1741 (de éste sólo los números 1 al 4), que, creo, son bastantes explícitos para el caso
"1740 Cuando, por cualquier causa, aun sin culpa grave del interesado, el ministerio de un párroco resulta perjudicial o al menos ineficaz, éste puede ser removido de su parroquia por el obispo diocesano.
1741 Las causas por las que un párroco puede ser legítimamente removido de su parroquia son principalmente las siguientes:
1- Un modo de actuar que produzca grave detrimento o perturbación a la comunión eclesiástica.
2- La impericia o una enfermedad permanente mental o corporal, que hagan al párroco incapaz de desempeñar útilmente sus funciones.
3- La pérdida de la buena fama a los ojos de los feligreses honrados y prudentes o la aversión contra el párroco si se prevé que no cesará en breve.
4- La grave negligencia o transgresión de los deberes parroquiales, si persiste después de una amonestación".
No sé qué porcentaje de "feligreses" será el estipulado para que quede patente el "odium plebis", pero sería lamentable que hubiese que ir de casa en casa o instalar mesas en lugares concurridos para recoger firmas. Bastaría con ir a la misa de un "día de precepto" y ver lo concurrida que está.
No esperemos que los hechos vayan a más y un día suceda algo que, de seguro, todos rechazamos.
Déjense de actuar escondiendo la cabeza y esperando a que "escampe". FrayJesús, despójese de la mitra y el báculo dorado, calce "les madreñes", coja "el cayáu" de pastor y con humildad franciscana "suba" a Limanes, y si hace bueno siéntese "nel cabildru" de la hermosa y milenaria iglesia de acogida (asilo), y allí, en medio de "les oveyes", escuche lo que le tienen que decir y discierna pastoralmente.
Que el Señor nos conceda la paz
José Luis Alonso Iglesias
Oviedo
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