Del buen uso del vientre
17 de septiembre. Llamada al fijo: ¿Es usted el que escribe en LA NUEVA ESPAÑA? Alguna carta de vez en cuando. Ayer publicó "Cristianos"; tiene usted muchas cosas contra el socialismo; por ejemplo, el proabortismo. Por supuesto. ¿Pero con quién tengo el honor? Habla usted con T. G., una parraguesa orgullosa de serlo. ¿Entonces no cree usted que una mujer tiene derecho a hacer con su barriga lo que le dé la gana? Claro que no; yo tengo un coche y no puedo hacer con él lo que me da la gana. ¿Compara usted un coche con un ser humano? Es usted la que invoca la propiedad para justificar el aborto. En el vientre de una embarazada hay un ser humano con el que nadie tiene derecho a hacer lo que le dé la gana.
Lo del ser humano en el vientre de la embarazada me hizo repetírselo y cuando por fin quiso entenderlo, le sobrevino a la dama un ataque de hilaridad. Iba a añadir que también tengo un terreno y no me dejan cortar en él una vara de avellano o una ramina de acebo. Pero consciente de que es inútil discutir con quien no comparte un mínimo de su sentido del humor, di la discusión por abortada. Colgué. Como intuyo que a T. G. no le interesan los matices, expondré sucintamente mi ideario en la materia. Que las proabortistas forniquen a troche y moche o defiendan su castidad hasta el martirio me es, obviamente, indiferente. Tampoco es asunto mío si se blindan de anticonceptivos o copulan al albur (como diría Rosa Regás, que ésa sí que es una flor). Me fastidia, en cambio, que aborten gratis con los impuestos de los que somos contrarios al aborto. Por lo menos que se autofinancien; que exijan una casilla para el aborto en la declaración de la renta y pongan allí su cruz (¡perdón!).
Debo de ser un ecologista sui generis que da un valor infinitamente superior a una cría de hombre y de mujer que a una de lince o de murciélago. Será porque no soy un lince ni un murciélago. Sólo soy un hombre, individuo de una especie no protegida y, sin embargo, amenazada: un informe de la Universidad encargado por el Principado advierte de que, a este paso, a la vuelta de veinte años los asturianos no tendrán ni quien los entierre (LNE del 2 y del 3). Entre tanto, las abortistas hacen cola para registrar sus vientres como un huerto o un jardín (¿como artículo de lujo o de primera necesidad?). Algo ganarán Hacienda y los registradores. Menos, la demografía y la antropología.
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