Votación soberanista
La tensión soberanista se nota de un modo continuo. Cada día que pasa los movimientos y negociaciones se suceden de una forma creciente y acumulativa. Desde la jornada dedicada a afirmar la unidad de los partidos independentistas hasta el anuncio o cuña televisiva en horario de máxima audiencia de la firme intención de celebrar la votación del 9-N. Además, unos 800 municipios catalanes han aprobado mociones a favor de la consulta soberanista. El Govern tiene derecho a emprender acciones legales respecto a la decisión del Tribunal Constitucional, pero parte de premisas falsas, ya que el ejercicio del derecho a decidir sobre el futuro político de Cataluña compete a toda España de acuerdo con la Constitución. Habría que reformarla para pensar en otras posibilidades. El caso de Escocia parte de una situación política, histórica y legal diferente a la de nuestro país, y, por tanto, no son comparables. No existe hostilidad del Estado hacia Cataluña como afirma Mas, porque se debe partir de las condiciones normativas de un estado de derecho que no están condicionadas por los intereses políticos de partidos o gobernantes concretos.
De todos modos, parece que el crecimiento aparente de este sentimiento nacionalista en una respetable y considerable proporción de los ciudadanos catalanes es fuerte y sólido. Pero también existe otra parte tan numerosa o más de la población catalana que no está a favor de la independencia. Aunque se celebrara la votación soberanista a pesar de la suspensión y la casi segura prohibición en un tiempo próximo del Tribunal Constitucional, lo más probable, a mi juicio, es que si los resultados fueran favorables por mayoría simple a la unidad con España, en realidad, no se respetarían.Ya que el juego de las coaliciones postelectorales deja mucho margen para decisiones políticas nuevas e imprevistas. Siempre se podrían encontrar justificaciones de cualquier tipo para seguir adelante con la república catalana independiente. Y esto lo digo porque me parece que los deseos de independencia son más poderosos que el raciocinio y el respeto escrupuloso a las leyes y a las normas de la democracia.
En cualquier caso, la situación está abierta, y ya se sabrá que nuevas decisiones e iniciativas tomará el gobierno catalán de Mas hasta el 9-N. Ciertamente, esto parece una novela decimonónica por entregas del siglo XIX. No es lo esperable de una actitud política racional , sensata, seria y coherente. En Europa imagino que estarán estupefactos ante este desarrollo por capítulos del proceso independentista auspiciado e impulsado por el Govern catalán. Y en el resto del mundo supongo que la cuestión del soberanismo catalán no estará tan extraordinariamente presente, aunque si al final se celebra realmente la votación independentista el revuelo alcanzará niveles estratosféricos. Porque aunque fuera anulada por el gobierno central una vez realizada, el daño mediático y comunicativo causado ya sería irreparable, porque habría debates y discusiones sin fin sobre la legitimidad o no de los resultados de la votación soberanista. Es el peor escenario imaginable para la estabilidad política y económica de toda España. La situación da para todo tipo de especulaciones y suposiciones, en este sentido, es apasionante, aunque si se piensa en el presente y en el futuro de este país, considero que deja de serlo.La racionalidad y la sensatez deberían dar paso a la aceptación de los procedimientos democráticos rigurosos, y al respeto a la legalidad actual vigente en todo el territorio español.
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