Las humedades de condensación y el ahorro energético
Uno de los rasgos más peculiares acaecidos en España entre los años 1960 y 1970, fue el éxodo de grandes masas de población que se trasladaron, fundamentalmente, desde las zonas rurales hacia las ciudades, abandonando la actividad agrícola para buscar empleo en la industria y, de manera principal, en la construcción. Esta circunstancia, que coincidió en el tiempo con un periodo en el que el número de viviendas terminadas había sido incluso inferior a las necesarias para hacer frente a las carencias derivadas del aumento vegetativo de la población, provocó el inicio de múltiples promociones de viviendas públicas y privadas, que se desarrollaron con excesiva celeridad y sin ajustarse, en muchas ocasiones, a las más elementales normas de la buena construcción y, en especial, a las que afectaban a su aislamiento térmico.
Pocos años después, el precio del petróleo, que se había mantenido durante la década de 1960 a un precio irrisorio, se multiplicó prácticamente por diez en 1973 con respecto al precio del comienzo de la década de 1970 como consecuencia de la crisis del petróleo, por lo que desde entonces, mantener el interior de estas viviendas en unas condiciones térmicas aceptables, resulta cada día más gravoso para sus ocupantes.
Lamentablemente, en las décadas posteriores y coincidiendo fundamentalmente con el boom inmobiliario, y a pesar de contar con abundante normativa de obligado cumplimiento relativa al acondicionamiento térmico de los edificios, algunas de las malas prácticas que afectan directamente al confort interior de muchas de las viviendas construidas se han venido repitiendo. Como consecuencia de ello, es frecuente encontrase con edificios de viviendas afectadas en mayor o menor medida, y dependiendo de su orientación, por humedades de condensación provocadas por puentes térmicos cuyo origen se encuentra, generalmente, en la incorrecta ejecución de los cerramientos exteriores de los edificios y cuya corrección efectiva por parte de cada propietario perjudicado, resulta siempre complicada y muy costosa, produciéndose en todos estos casos un gasto innecesario de energía que la mayoría de los ciudadanos ya no pueden soportar.
Ante esta situación, y en clara sintonía con las medidas que viene adoptando la Unión Europea durante los últimos años para lograr disminuir el consumo de energía, y para que este sea más racional, el actual gobierno mediante el Real Decreto 233/2013, de 5 de abril, por el que se regula el Plan Estatal de fomento del alquiler, la rehabilitación edificatoria, y la regeneración y renovación urbanas en el periodo 2013-2016, ha previsto numerosas actuaciones subvencionables, entre las que se encuentran las relativas a las intervenciones que necesariamente deberán realizarse en las fachadas de muchos de los edificios construidos en España durante las ultimas décadas, con el fin de mejorar sus condiciones térmicas y el confort interior de las viviendas.
Sin embargo, para que estas intervenciones sean eficaces, es necesario advertir a los propietarios y a las Comunidades de Propietarios que deseen acometer obras de regeneración en sus edificios, con el fin de mejorar las condiciones térmicas y el confort de sus viviendas, y al mismo tiempo eliminar las humedades de condensación, que la solución constructiva más eficaz consistirá en incorporar a todas la fachadas del edificio un revestimiento transventilado que incorpore un aislamiento en la cámara, completando la intervención actuando también sobre toda la carpintería exterior.
José Emilio Bretón García - Arquitecto, Avilés
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