Mirar de frente la pobreza

Mientras unos cuantos –demasiados– indeseables patriotas que nos gobiernan y que dirigen las cúpulas de las grandes empresas y bancos se llenan a espuertas los bolsillos con un dinero pringado de ilegalidad o inmoralidad, España es el segundo país de la Unión Europea con el mayor índice de pobreza infantil. Eso es lo que confirman exhaustivos informes anuales de Cáritas Europa y de la OCDE, además de alertarnos de las graves desigualdades en nuestro país.

Mientras unos, ases de la triquiñuela y del trinque, sean casta, caspa, oligarquía o caraduras sin conciencia, se enriquecen de forma fraudulenta o inmoral, se da en España un proceso de empobrecimiento que eclipsa a los más pobres. Como ha denunciado el secretario general de Cáritas España, Sebastián Mora, "se está dando una especie de invisibilización de la pobreza y de la exclusión severa por saturación y extensión de la pobreza". La pobreza severa se ha intensificado de manera importante en nuestro país y esto nos habla de "personas más allá de las fronteras de la dignidad". De esta "invisibilización" de la condición social de la pobreza, el Gobierno de Rajoy no quiere dar cifras porque le incomodan. Estamos borrando las fronteras de la dignidad humana en este contexto social que nos obliga a vivir el Gobierno del PP.

En España, un país de hipócritas, segundo Estado europeo en pobreza de menores, pero también donde existen ya más de 700.000 hogares en los que no entra un euro, no hay ninguna remuneración económica o ayuda social. Y siguen los datos de la vergüenza nacional: casi doce millones de españoles están afectados por distintos procesos de exclusión social, de los cuales cinco millones viven situaciones de exclusión severa. Todo esto se añade a otros puntos del informe de Cáritas que nos constatan que más del 17 por ciento de los hogares españoles sufre también pobreza energética. Y que en el invierno pasado ha habido más de 7.000 muertos por esta causa, al no poder pagar el consumo de energía.

¿Y qué propuestas tiene Europa, la UE, el Banco Central Europeo o la puñetera "Troika"? Pues ninguna. Según el escritor y periodista Javier Reverte, "mientras el dinero mande sobre la política, de poca unidad europea se puede hablar". Lo de una Europa unida tiene todavía mucho de utopía. El poder de las finanzas está por encima de los poderes del Parlamento de Estrasburgo.

Por ejemplo, en Gibraltar pagan la sanidad y la educación con el contrabando de tabaco. El tráfico ilegal de esta mercancía, el juego y los servicios financieros sin control fiscal nutren el PIB de la colonia inglesa. Las redes criminales y estafadores ganan dinero y la Hacienda gibraltareña se beneficia. Esto, como dicen aquí patrioteros sin conciencia, fundamentalmente neoliberales financieros, es ampliar la economía nacional: dinero de las drogas –blanqueado o no– o los suculentos beneficios financieros que da el oficio más antiguo del mundo. Dicen que son negocios y sirven para aumentar el PIB y sostener el Estado del bienestar.

Para estas personas e instituciones sin escrúpulos todo esto es bueno porque da dinero y engorda las arcas de la Agencia Tributaria (y las de otros menos honrados, decimos nosotros). A lo mejor, habría que plantearse muy seriamente que un tanto por ciento (o un impuesto social) de esos aumentos del PIB español (por drogas, por prostitución, por exceso de riquezas) fuese destinado a erradicar la pobreza (sobre todo la infantil) y la desigualdad entre españoles.

La inclusión de este impuesto o gravamen social en las cuentas nacionales del PIB, sacado de esas actividades ilícitas, nos empuja también a solicitar, como reclama Podemos, una renta básica ciudadana para los españoles excluidos.

Las políticas de recortes constantes del Partido Popular han estrangulado España. ¿Quiere seguir el Gobierno de Rajoy infligiendo este cruel sufrimiento a los españoles? Se lo han dicho por activa y por pasiva a Mariano Rajoy y a sus ministros: las recetas de austeridad sólo han favorecido a las grandes empresas, sin que esto se haya visto compensado con la creación de empleo digno y estable. Siempre –es de axioma básico financiero– el consumo, el gasto público sirven para estimular y hacer crecer la economía.

¿Recuperación? ¿Qué va a hacer un país con millones de parados, con millones de pobres, excluidos sociales, ahogados por las deudas y con cientos de miles de puestos de trabajo precarios y eventuales (incluso de un mes o días)? Hablar de recuperación en España y de que ya dejamos atrás la crisis, la recesión, de que hay brotes verdes o vigorosas raíces es hasta ofensivo, además de una postura hipócrita y embustera.

Fuentes de la cúpula del Partido Popular aseguraban que, según sus estudios, si ahora se celebrasen elecciones 400.000 votantes que eligieron el PP en 2011 votarían a Podemos y similares. En el PSOE esperan, inquietos, otro gran descalabro, con un sonado descenso de sus votantes clásicos. Después se preguntarán por qué y continuarán lanzando acusaciones de populismo y catástrofes varias por llegar. Mientras tanto, ellos vuelven el rostro a la pobreza, mirando para otro lado. Miremos nosotros de frente la pobreza en España. Y esperemos que en las próximas elecciones de 2015 estos millones de excluidos y sus millones de solidarios llenemos las urnas de votos en contra de los partidos, instituciones, empresas y bancos, que han llevado el país a la catástrofe económica con la austeridad más despiadada.