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El maltrato que se sufre en la vejez

12 de Agosto del 2009 - Antonio Colao Álvarez (Oviedo)

Bien por los medios de comunicación, bien por la historia de nuestros pueblos, se oyen historias dolorosas relacionadas con maltratos que afectan a las personas mayores y desvalidas. No sabría ahora decir cuántos de nuestros mayores padecen de malos tratos físicos. Pero con ser los maltratos físicos a personas mayores un mal que hay que erradicar, son aún peores, por pasar totalmente desapercibidos, por estar mucho más generalizados y por causar un daño y un dolor psíquico y afectivo a sus víctimas mucho mayor que el propio daño físico, el maltrato psíquico, moral o afectivo que suele ser sibilino y perdura en el tiempo sin denuncia ni castigo... El descuido en los cuidados básicos que necesitan ancianos que ya lo dieron todo y no se sirven ya por sí solos. Pasando por el abandono afectivo de quienes contando con toda la brillantez de sus capacidades intelectuales son arrinconados a la hora de participar en la familia, sin que no ya se les pida consejo, sino sin que tan siquiera se les dé afecto... Ancianos que normalmente tuvieron familia numerosa y entre todos sus hijos no pueden devolverles el afecto y los cuidados que ellos les dieron cuando los criaron entre penurias y que ahora entre la abundancia no sacan tiempo y sólo reúne dinero para mandarlos a asilos donde se mueren de pura nostalgia... Una generación de ancianos que veneró a sus padres y que muchas veces tienen que oír soeces, insultos y vejaciones de sus propios hijos. Pero sus hijos llegarán a ancianos. Y ¿qué se encontrarán? Posiblemente la eutanasia institucional impuesta por el gobierno de sus propios hijos...

Ante este panorama destacan las instituciones de la Iglesia católica. Entre ellas hoy deseo resaltar por el empuje de su juventud la Asociación Pública de Fieles «Reparadores de Nuestra Señora La Virgen de los Dolores», que fue erigida canónicamente por el cardenal arzobispo de Madrid, don Ángel Suquía y Goicoechea, el 14-VI-1994 y el actual cardenal arzobispo, don Antonio María Rouco Varela, nombró a dos sacerdotes como capellanes para la atención espiritual de sus miembros, así como una casa de formación para seminaristas de la Obra de El Escorial. Todo ello a fin de atender las casas de Amor y Misericordia, conforme a las peticiones de la Virgen en Prado Nuevo, El Escorial, en su repetidas apariciones en las que pedía que se atendiese a los ancianos desamparados. Para lo que se fundaron ya una casa en El Escorial, Virgen de los Dolores, otra en Griñón, Madrid –Jesús del Buen Amor–, otra en Torralba de Moral –Soria– Nuestra Señora de La Luz, y otra en Peñaranda del Duero, Burgos; Nuestra Señora del Carmen. Y en Pesebre, Albacete, ya se ha proyectado una nueva casa que se llamará «María Dolores». Donde los ancianos disfrutan del inmenso amor que les dedican las Seglares Reparadoras que pertenecen a la obra.

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