Toirada en Alcochete, corrida de toros a la portuguesa
A las seis de la tarde del domingo 10 de agosto, en Alcochete el cielo es muy azul, el sol brilla de gran fiesta y la gente se arremolina al son de pasodobles, entre bambalinas, banderas y colores, en los entornos engalanados de su "praça de toiros".
Se celebran las Festas del Barrete Verde e das Salinas, del birrete verde con que se tocan la cabeza los campesinos, campinos, y de las salinas, secularmente blancas en aquel mar de la Paja que forma el Tajo cuando llega al Atlántico. Tierras, toros y caballos; aguas, barcos y sal; vida y gallardía; el desafío del hombre y el toro, la valentía y la fiesta. Y las mujeres, claro, que también cantan, aplauden y vitorean, después del respingo de angustia de ver a sus forcados ante un toro bravo que les embiste de frente.
Es, sin duda, una tarde de emoción, de novedad y de alegría. "Alcochete é praça cheia", "en Alcochete la plaza está llena". En este caso, es una tourada a caballo a cargo de los rejoneadores António R. Telles, Luís Rouxinol yVíctor Ribeiro, con seis astados de David Ribeiro Telles, Río Frío, Grave, Passanha, Santa María y J. Palha, anunciada además como XXXII Concurso de ganaderías associadas, y un novillo para la joven amazona Mara Pimenta. Los toros, que en Portugal nunca se matan por tradición y ley, están con la cornamenta afeitada y recubierta con una funda de cuero, como es también habitual. Actúan los Forcados Amadores de Alcochete. Y conviene aclarar que los forcados se llaman así porque históricamente eran mozos que llevaban un bastón defensivo con una horquilla en el extremo, o forca.
Los rejoneadores salen vestidos de caballeros del siglo XVIII, "à federica", con casaca de seda o terciopelo de diversos colores y bordada de oro o plata, chaleco, calzón y medias blancas que sobresalen por encima de las botas altas hasta la rodilla, y tocados con un tricornio con plumas de avestruz. La lidia la hacen con un primer caballo que, con carreras, quites, cabriolas y bailes, cita al toro hasta ponerle dos o tres rejones, que llaman "ferros curtos" (cortos); luego cambian de cabalgadura y ponen otros dos o tres rejones de banderilla larga, llamados "ferros cumpridos" (largos), y a veces un "palmito", una banderilla recortada. Durante la lidia con el segundo caballo, la banda de música suele tocar pasadobles, muchos de ellos andaluces, hasta que el caballista acaba la faena y sale del ruedo tras saludar para ser aplaudido y vitoreado si lo merece; en ese momento, ocho forcados saltan del callejón al ruedo y se colocan en hilera para citar al toro, mientras el público hace un silencio total, lleno de expectación.
En esta toirada del 10 de agosto, el primero fue un morlaco de cinco años y quinientos cuarenta kilos, de fuerza inagotable, que acabó con el forcado de cara (el que encabeza el grupo de ocho en hilera, que cita y recibe la embestida), conmocionado en la enfermería en el segundo intento, y luego desmanteló otras cuatro citas antes de que el grupo consiguiera lo que parecía imposible, la "pega as caras" (sujeción y parada completa del toro hechas cara a cara con él). Y a lo largo de la tarde fueron especialmente buenas las pegas del quinto toro, que llevó a cabo como forcado de cara Nuno Santana y fue premiado con dos vueltas al ruedo; y la del sexto, de Vasco Pinto.
El segundo y el quinto toros no dejaron lucirse mucho al caballero Luís Rouxinol; por el contrario, Víctor Ribeiro pudo hacer una faena antológica con el sexto, magnífico en presencia, bravura y fuerza; y al final salió a dar otras dos vueltas al ruedo acompañado del forcado de cara. El concurso lo ganó este sexto toro, de la ganadería de J. Palha, con dos premios: por su presencia y por la bravura en la lidia. La toirada acabó ya anocheciendo y Alcochete siguió la fiesta, que continuaría días posteriores con otras dos toiradas, varios encierros, que allí llaman "largadas", fandangos ribatejanos, verbenas y fados, que en aquella tierra son alegres y festivos.
Ángel García Prieto
Oviedo
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