Lo de Rajoy, ¿cómo se entiende?
Resulta incomprensible el cúmulo de contradicciones en las que a veces incurrimos los humanos, no siendo conscientes del daño que, particularmente, podemos producir en los demás. ¿Qué ha pasado con el anteproyecto de ley de reforma del aborto que fue ratificado por el Consejo de Ministros en diciembre de 2013, promovido por el Ministerio de Justicia y su titular, y que en tan sólo escasos días lo retiró el presidente del Gobierno, sin visos de que en un futuro próximo se pueda retomar el proceso iniciado?
Por de pronto, justo es confesarlo, que tal decisión ha suscitado entre los españoles, y más entre aquellos que defienden el valor de la vida, una gran decepción. Digo decepción porque las promesas electorales las ha llevado el viento, careciendo del apoyo legislativo que toda norma de este rango debe tener para su legitimidad en derecho. Algunas expectativas que existían sobre una posible supresión o modificación de alguna parte de la ley vigente no se han tenido en cuenta o han pasado a desvanecerse como artificios de humo. Todo ello, sin duda, forma parte de un modo de proceder escasamente entendible, altamente incoherente y, por lo tanto, inaceptable. Muchos de los que pretendían introducir reformas o modificaciones en la nueva ley no eran unos desconocidos para el resto de los conciudadanos españoles. Al contrario, pertenecían mayoritariamente a un partido de derechas; ostentaban su condición de cristianos; parecían profesar valores morales y éticos firmes, totalmente contrarios al aborto y sus postulados. Y con todo, no han sabido gestionar adecuadamente un tema de "especial sensibilidad", ni obtener un "consenso social" adecuado sobre el mismo, según sus propias palabras.
Subtítulo: La retirada del proyecto de ley de reforma del aborto
Bien sabemos que el aborto, por su naturaleza y circunstancias que en él concurren, no es un elemento de cosificación, ni constituye el cúmulo de sensaciones diversas, y menos aún es el resultado de un cálculo matemático, político, sociológico, etcétera. Sólo sigue siendo, como siempre, la destrucción de un ser humano con los derechos y la dignidad que le asisten. De ahí que la asamblea de obispos españoles apunte, entre otros factores, hacia cálculos políticos como el principal "leitmotiv" de la renuncia a seguir adelante con el estudio de un anteproyecto de una nueva ley que vaya disminuyendo la desprotección de la vida humana naciente. Tales razones son suficientes para exigir a los legisladores el rechazo de cualquier frivolidad, máximo respeto y responsabilidad en temas de tanta trascendencia.
Fuera de este marco de seriedad no es posible avanzar en una cultura de la vida, en la promoción de la mujer, en los auxilios de la madre gestante, etcétera. Hoy estamos convencidos de los daños que produce el aborto y, ante las dificultades de la vida, no está la solución en la muerte afrentosa, sino en la vida esperanzada que necesitamos para alcanzar el verdadero progreso humano y una libertad más auténtica.
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