El sacrificio de un perro
En medio de esta crisis de ébola, asistimos, sorprendidos e impactados, a cómo, por vía judicial, el perrito de la enferma era sacado de su hogar y sacrificado poco después. No se tuvieron en cuenta ni el clamor desesperado de su dueño ni la movilización social, que solicitaba el aislamiento, investigación y tratamiento del can.
Es sabido que el afecto de muchas personas por sus mascotas iguala y supera con frecuencia al que sienten por un semejante; sin embargo, esta realidad sigue sin ser correctamente recogida por la legislación española.
Son muchos los expertos que veían en ese animal una oportunidad de estudio y de preparación para el tratamiento de mascotas. Dudo mucho que este país, que ha demostrado tal despliegue tecnológico para el traslado y el aislamiento de enfermos, no hubiera podido gestionar el posible contagio del perrito.
Peor todavía, si este mal sigue extendiéndose, puede darse el caso de que alguien, sospechando tener el mal, decidiera poner a salvo a sus mascotas antes de presentarse en un hospital. Eso supondría animales sueltos, ocultos, llevados a otro lugar, libres de todo control, y, de ser portadores, el peligro podría ser gravísimo. Es imprescindible tener listo un protocolo para tratamiento de mascotas que evite estos sacrificios tan dolorosos. De lo contrario, muy mal pueden ponerse las cosas.
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