La capilla del HUCA
Hoy he estado, una vez más, en el HUCA y como en ocasiones anteriores me ha impresionado gratamente su amplitud, su luminosidad... pero hoy he intentado buscar la capilla y ¡ardua tarea! No hay un solo letrero donde señalen su existencia o informen de su ubicación. El sitio está tan escondido que hasta el amable y numeroso personal de información te tiene que remitir al informador más cercano para que prácticamente te acompañe porque es casi imposible de explicar. Cuando llegas crees que te has equivocado y estás entrando en “zonas privadas”, pues para acceder al pasillo es preciso activar un pulsador. El local no creo que llegue a 50 metros cuadrados, en un sótano, con unos pequeños ventanucos en lo alto de la pared.
El contraste entre unas y otras instalaciones me ha dado que pensar: por ese edificio pasan diariamente miles de personas –trabajadores, enfermos, familiares, acompañantes...–, muchos de ellos viviendo momentos muy significativos de su vida. Muchas de esas personas necesitan un apoyo espiritual que quizás podrían buscar en ese lugar. De hecho, en la capilla de la residencia del antiguo HUCA, evidentemente mucho más digna y accesible, el abrir y cerrar la puerta, con visitas más o menos breves, era constante.
Bienvenido sea el nuevo HUCA, pero creo que la espiritualidad de las personas se merecía algo más y, desde luego, Dios “se merece” mucho más...
María Teresa Álvarez Sánchez,
Oviedo
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