Podemos y el Camino de Santiago
Podemos hacer muchas cosas, prácticamente de todo, pero no debemos hacer muchas de ellas, bien por impedirlo nuestras leyes o bien por ética, educación y respeto a los demás.
En el Camino de Santiago, en el cuidado tramo comprendido entre las localidades leonesas de Sahagún y Mansilla de las Mulas (unos cuarenta kilómetros que discurren por un paraje llano y bajo la protectora sombra de jóvenes árboles plantados expresamente para hcaer más llevadero este trayecto cuando el sol cae a plomo), han sido jalonadamente instalados numerosos y amplios bancos de piedra blanca, que sirven de descanso para los peregrinos y otros caminantes que transitan por dicho paraje.
Pues bien, todos y cada uno de estos confortables bancos han sido seriamente dañados en sus amplios respaldos por su cara frontal con la palabra Podemos, escrita con espray en un llamativo color verde intenso y con enormes letras que ocupan la totalidad de dichos respaldos. Asimismo, todo el espacio que ocupan los asientos ha sido dañado, al escribir, con el mismo espray de color verde intenso y enormes letras, frases groseras, vejatorias, insultantes y un largo etcétera de igual calificación. Todo ello dirigido a distintas personas e instituciones, tales como "Gallardón cabrón", "Rouco terrorista", "Borbones ladrones", "Religión opio del pueblo" o "PSOE=corrupción", entre otras numerosas de la misma calaña.
Evidentemente, el total desprecio y el rechazo para este tipo de agresiva y vergonzante publicidad son comunes para cuantos peregrinos (en su mayoría extranjeros) y resto de caminantes que pasan por estos lugares, máxime teniendo en cuenta que el Camino de Santiago, que tanto prestigio nacional e internacional ha alcanzado y que es orgullo de todos los españoles, no merece este insultante y vergonzante trato.
Con el debido respeto para la ideología y dirigentes de la nueva formación política Podemos, llegamos a la conclusión de que mal empieza su andadura si entre sus métodos de propaganda figuran la carencia del debido respeto cívico hacia los bienes públicos (mobiliario urbano) y el total rechazo y vejatorio menosprecio para personas e instituciones que no son afines a su ideología política.
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