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La falsificación de la Historia

20 de Octubre del 2014 - Francisco González Javier (Gijón)

Decía Cicerón: "No conocer lo que sucedió antes de que nacieras es ser un niño para siempre". El pueblo que no reflexiona sobre su Historia se desarrolla de manera inmadura y es víctima de sufrimientos pasados. Desgraciadamente, la Historia y los medios de comunicación son instrumentos clave para pastorear a la masa. Cuando se cumplen 80 años de la Revolución de Asturias, quien quiera acercarse a aquellos sucesos sin ser manipulado por la ideología que los provocó, que se olvide, como ya es habitual, del medio más influyente: la televisión. En la pública (TVE), en época socialista, se creó el "comité de redacción", tutelado por los sindicatos. Un obstáculo así anula toda información objetiva. En las privadas, Rodríguez Zapatero, en agradecimiento a la progresía catalana por auparlo a la secretaría general del PSOE, les concedió La Sexta. La Cuatro, para el grupo Prisa, que después de los atentados del 11-M agitaron a tope para llevarlo a la Presidencia del Gobierno. Estas dos cadenas, según la CNC, están ilegalmente formando el duopolio televisivo. Rajoy, siempre de perfil, entregó (¿por qué?) todo el espacio televisivo generalista a la izquierda. De las películas y documentales, falsificando la Historia, se encarga la pública. Las privadas, fieles a la ingeniería social progre, están en la soflama permanente, denunciando la ruina que ellos mismos ayudaron a traer, propagando las excelencias del Gobierno de Rodríguez Zapatero.

Ya está bien de tanto engañar. Los medios de izquierdas siempre ocultan sus desmanes: nunca dirán que su añorada República la echaron abajo los mismos que hoy ondean su bandera; porque sólo aceptaban una República estalinista, Largo Caballero era claro: "Crecerán cerros de muertos y correrán ríos de sangre, si no se sovietiza España". En septiembre del 34, "El Socialista" anunciaba: "Renuncie todo el mundo a la revolución pacífica, que es una utopía; bendita la guerra". Acabaron proclamando la primera República de Soviets del Noroeste de España, aboliéndose el dinero y la propiedad privada. En Oviedo, a muchos sacerdotes les abrieron en canal: decían que morían así por cerdos. El balance es terrorífico: 1.345 muertos y 2.051 heridos, cuantiosos daños materiales, afectando a 58 iglesias, 26 fábricas, numerosos edificios, puentes, etcétera. Como ha escrito el historiador británico Antony Beevor: "1934 fue ya una guerra civil en toda regla". El republicano Salvador de Madariaga manifestó: "Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936".

Hace ochenta años había mucha pobreza. La ideología que se postuló para erradicarla la empeoró, porque estaba llena de demagogos sanguinarios. Hoy la situación de España parece calcada: vuelve la pobreza; la izquierda, resucitando elFrente Popular; Cataluña, pretendiendo la independencia, como entonces. De ésta nos quieren salvar los nietos de aquellos rojos: los de Podemos, pero, ahora, en vez de cañones, tienen televisiones.

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