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Descartes y el raciocinio

26 de Octubre del 2014 - José Manuel López García (Gijón)

Este filósofo abrió una nueva senda al conocimiento. Frente al pensamiento medieval que es fundamentalmente teológico, la filosofía racionalista que fue elaborada por este genio supuso una transformación en la forma de plantearse la investigación filosófica. En pleno siglo XVII impulsó de una manera ejemplar la razón y la matemática de un modo magistral. La filosofía moderna surge con él. Y esto es algo de lo que probablemente no fue consciente en toda su dimensión. La perspectiva racional cartesiana enfoca el tema de lo divino desde un planteamiento diferente al característico de la teología medieval y escolástica. Aunque el argumento ontológico de san Anselmo que apoya Descartes, no se sostiene argumentativamente, sustenta la existencia de Dios que sirve de base al sistema filosófico de este pensador francés. Ya que se fundamenta en la veracidad divina frente a la hipótesis del genio maligno engañador. El análisis de la razón, y de la conciencia humana reafirma el subjetivismo y la importancia de saber usar bien el buen sentido, el juicio y la razón en el conocer. Porque la filosofía es reflexión crítica, y análisis de nuestra capacidad de conocer. La confianza de Descartes en la razón humana bien dirigida puede parecer excesiva, pero no lo es si se piensa en los errores causados por los sentidos en algunas ocasiones. Los procesos de pensamiento pueden ser investigados por la filosofía, y a ello se dedicó este pensador con entusiasmo aplicando un método fundamentado en el raciocinio y en el juicio. El orden y la evidencia son claves para el acceso correcto al verdadero conocimiento que debe ser preciso y riguroso, como el propio de la ciencia matemática.

Su labor como matemático e investigador de la naturaleza estaba limitada por los instrumentos de observación de su tiempo. De todas maneras, también es significativo el temor que tuvo Descartes a publicar alguna de sus obras en vida, por causa de la censura y de la Inquisición. No en vano Galileo había sido condenado por defender el heliocentrismo de Copérnico, y por otras cuestiones. El mismo Giordano Bruno había sido quemado en una plaza pública de Roma, en el Campo dei Fiori, simplemente por defender, entre otras cosas, la infinitud del universo y las tesis copernicanas.

En el libro Reglas para la dirección del espíritu que se publicó póstumamente, el creador del racionalismo moderno establece una teoría de la ciencia que se basa, sobre todo, en los procedimientos característicos de la geometría.

En el ambicioso tratado titulado El mundo Descartes se reafirma en su explicación mecanicista de la realidad de modo similar a Galileo. Ya que el mundo para estos dos pensadores y matemáticos es calculable. Las relaciones numéricas explican el mundo, ya que las leyes naturales son matematizables. De todos modos, Descartes no publicó en vida su tratado acerca del mundo, por prudencia, ya que sus ideas sobre la naturaleza no estaban, aparentemente, en línea con los dogmas teológicos de la Iglesia del siglo XVII.

En el Discurso del Método se percibe una cierta influencia en el estilo cartesiano de los Ensayos de Montaigne. Porque se destaca un cierto subjetivismo, y un desarrollo personal de las cuestiones en la expresión que contrasta con el tono escolástico más impersonal. En el racionalismo que elabora Descartes la duda es una energía que produce nuevos ámbitos en los que filosofar a través de la razón. Aunque también es cierto que la experiencia bien asimilada y entendida es esencial para la comprensión efectiva del mundo empírico. El mismo Kant consideró con suma atención los planteamientos cartesianos que influyeron en la construcción de su criticismo de un modo indudable, y en la elaboración de la Crítica de la Razón Pura.

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