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La escritura, acto insobornable y misterioso

23 de Octubre del 2014 - Antonio Parra Galindo (Cudillero)

El que aspire al poder que escriba. No sé yo si será verdad lo que sí se asevera es la potencia de la información porque el que sabe el que conoce suele mandar sus palabras van a misa y por eso mismo es perseguido vetado difamado aunque ahora que lo pienso el valor de la oración y el ayuno supera al de la página en blanco.

Juan de la Tenoria se sabía las guaridas del pulpo en la costa de Luarca y yo me sabía de niño tres nidos de collalba y no se lo dije a nadie aunque creo que mi amigo Vicente Delgado conocía la tierra y el surco y una tarde de agosto vimos cómo echaban a correr toda una lechigada de treinta o cuarenta perdigones por el barbecho. Fue un espectáculo. Una maravilla y ahora tengo de aquella tarde recuerdos densos. Daría todos mis libros por entender aquel misterio de cómo aquellas criaturas recién nacidas avanzaban a toda la velocidad por el rastrojo con el cascarón pegado al culo y detrás de la pava. ¿Quién impuso semejantes reglas de biología?

El reino de los cielos pertenece pues a los ornitólogos y a los poetas a todos los que se atreven a preguntar y entran en la cueva del pulpo o penetran en los misterios. Alguien voló sobre el nido del cuco. Somos reyes de la distancia corta de los dos folios y medio. Me preguntarán y para qué valen esos desvelos y es como para arrojarles el teletipo a la cabeza a esos tunos que nos miran con desprecio. Escribes, eres poeta. ¿Estudias o trabajas? ¿Emborronas papel o te masturbas? Puede que piensen que eres algo maricón o por lo menos un raro.

Para el vulgo te conviertes en sospechoso que no sigue una profesión aunque algunos necios hicieran carrera en ello sino que es víctima de una adición, un vicio. El de juntar frases.

Podemos robarle el fuego sagrado a los dioses y por eso nos condenan, suscitamos la envidia del que manda. Envían a sus jueces contra nosotros nos empluman nos encausan nos encarcelan y de remate acabaremos en la hoguera. No importa. Nuestro desprecio confunde al opresor que nos mira por encima del hombro. ¡Ay el afán de los gobernantes de hacerse con una camarilla de escritores de adulación que les rían las gracias coreen sus pedos y digan a todo yes buana...! No soy por fortuna redactor del "Mundo" ni escribo libros tan malos como Rosa Montero ni hago la pelotilla a los monarcas a sabiendas del viejo apotegma de que todo es relativo y perpetrado por leyes del embudo porque "allá ven leyes do quieren reyes". Mucha carga de verdad y de veneno lleva esa máxima para los que queremos redactar sin coacciones y en libertad. Sed qui vult regnare scribat... Mañana amanecerá. Juan de Tenoria seguirá explorando las rocas del acantilado y saldrán las lanchas de mi pueblo cada amanecer y volarán las perdices por los páramos de Castilla el próximo verano. Escribir no es querer cambiar el mundo. Sólo pretender hacerlo un lugar más bello y más razonable

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