Cómo prevenir el cáncer oral
Un cáncer puede aparecer en cualquier lugar de la cavidad oral. Dentro de lo que conocemos como cavidad oral se incluyen los labios, lengua (2/3 anteriores), suelo de la boca, encías, mucosa bucal, trígono retromolar y paladar duro. La localización más frecuente es la lengua, seguido del cáncer de labio. Supone un 3% de todos los tumores del organismo, siendo más frecuente en varones (2/1) aunque este cociente tiende a igualarse por el mayor consumo de tabaco actualmente entre las mujeres.
La etiología es multifactorial: hay una serie de factores que se relacionan con su aparición, además de una clara predisposición genética. Los factores de riesgo más importantes son: el tabaco, el alcohol (ambos factores actúan de forma sinérgica, aunque cada uno de ellos presenta potencial carcinogénico), traumatismos repetidos, agentes infecciosos (como el virus del papiloma humano), algunas deficiencias nutricionales y la exposición solar en el caso del cáncer de labio.
En cuanto a su histología, el 90% son carcinomas epidermoides, con origen en el epitelio escamoso, seguidos por otros menos frecuentes de glándulas salivales, melanomas, sarcomas, etcétera.
El tratamiento se basa fundamentalmente en la cirugía y la radioterapia, utilizadas de forma individual o combinada. La quimioterapia se utiliza en los tumores avanzados como tratamiento coadyuvante.
A pesar de los avances en el tratamiento en las últimas décadas, sigue siendo causa de una elevada morbimortalidad y de ahí la gran importancia que tiene su prevención.
El porcentaje de curación del cáncer oral depende de su estadio, es decir, de lo avanzado que esté. Las tasas de supervivencia a los 5 años son del 80% en estadios iniciales, 40% si ya existe afectación de los ganglios regionales e inferior al 20% si ya existen metástasis a distancia.
Los mayores esfuerzos se llevan a cabo en la prevención. No hay una forma comprobada de evitar el cáncer oral, sin embargo unas mínimas medidas higiénico-sanitarias y cambios en el estilo de vida pueden disminuir en gran medida el riesgo a desarrollarlo.
La prevención primaria se encamina a disminuir la incidencia de la enfermedad actuando sobre el individuo para disminuir los factores favorecedores de su aparición. Es decir, se dirige a evitar la exposición a los factores de riesgo.
Subtítulo: Medidas para disminuir la incidencia de la enfermedad
En el caso del tabaco, el riesgo se relaciona con la duración del hábito y con la dosis y es destacable la incidencia de cáncer de labio sobre todo en los fumadores de puros y pipa. En el caso del alcohol también está en relación con la cantidad y con la graduación de la bebida. Se da un efecto aditivo en los consumidores de alcohol y de tabaco.
Además, se deben evitar o tratar dientes rotos y prótesis mal ajustadas que produzcan roces o heridas en la mucosa oral o en la lengua. Estas lesiones en principio benignas dejadas a su evolución, pueden malignizar en cuestión de semanas.
Alguna infecciones virales crónicas interfieren con la función de determinados genes como es el caso del virus del papiloma humano. Se ha encontrado relación entre el virus del papiloma humano y los tumores de orofaringe y, en menor medida, en los de la cavidad oral. En general, son tumores sin relación con el tabaco y alcohol, se dan más en personas jóvenes y suelen tener mejor pronóstico.
Por último, y en el caso del cáncer de labio, aparte del tabaco, es importante evitar la exposición excesiva al sol o utilizar protecciones, sobre todo en el caso de profesiones expuestas que trabajan a la intemperie como agricultores o marineros.
La prevención secundaria se refiere a la detección de la enfermedad en una fase temprana de su desarrollo.
A diferencia de otros tumores, el cáncer oral ocurre en una región del organismo fácilmente accesible a la exploración física, lo que supone que sea más fácil la detección precoz.
Los carcinomas escamosos se forman en el epitelio superficial de la cavidad oral, por lo que los cambios ocasionados deberían ser fácilmente visibles incluso para el paciente, ya que suelen debutar como úlceras o heridas de una evolución o curación lentas o tórpidas. Ante cualquier signo o síntoma dudoso (fundamentalmente úlceras, dolorosas o no, que no curan en unos 10-15 días), sobre todo si está expuesto a los factores de riesgo y tiene antecedentes personales o familiares, debería acudir lo antes posible a la consulta del médico general, del estomatólogo u odontólogo y ser derivado de estas consultas o bien acudir directamente al cirujano maxilofacial. Por tanto, la accesibilidad del sistema de salud también tiene un papel importante en la prevención.
Una actuación en esta etapa temprana puede conducir a la curación, evitar daños extensos mejorando la calidad de vida y aumentar la tasa de supervivencia.
El “sreening” que realiza el dentista o el médico general cuando un paciente consulta por otro motivo, se mantiene como una herramienta fundamental, capaz de identificar precozmente los casos de cáncer oral.
En resumen, y como en casi todos los cánceres, una prevención eficaz y un diagnóstico y tratamiento lo más precoz posible permiten obtener los mejores resultados.
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