La levedad de mirarse el ombligo
A modo de presentación, soy asturiano residente durante más de veintiocho años en Madrid y retornado a Asturias recientemente. Mi edad, inconcreta, pero la suficiente para haber vivido una época predemocrática, la transición, la modernización, otra faraónica y la actual, que no sé cómo denominarla: Si fuera adicto al poder la denominaría la de los logros sociales; si fuera de la oposición mayoritaria, la de la ruptura con el sheriff, la de la traición al pacto contra el terrorismo, la vergonzante por la traición a la Patria, la de la pérdida de tiempo por no hacer nada.
Bueno, pues desde mi experiencia leo con fervor un escrito titulado «La insoportable levedad de Asturias», en la que un jovencito de 22 años llamado Joaquín Rodríguez pone en solfa a la clase política asturiana y sobre todo a un cargo público, don Víctor M. González Marroquín, director general del IDEPA, que según él tiene muchos amigos a los que concede becas, muchos clientes y deudores que traen la desgracia a Asturias y nos condenan al ostracismo, para concluir que el firmante solicitó en varias ocasiones una beca que nunca se le concedió.
No conozco de nada al tal director general del IDEPA, aunque sí a varios políticos asturianos de diversa tendencia y condición, y me resulta totalmente insultante meter a todos en el mismo saco que el joven Joaquín indica en su carta.
Te podría poner casos de políticos de otros lugares, concretamente de Madrid, que sonrojan, irritan y desencantan hasta al más optimista de los votantes. Baste un ejemplo: El Ayuntamiento de Madrid patrocina un equipo de baloncesto de una Universidad de los Estados Unidos, ¿adivinas cuál?, pues sí, justamente de la Universidad en la que imparte lecciones magistrales un tal señor Aznar, ¿te suena? Evidentemente el coste del patrocinio es ligeramente superior a los emolumentos recibidos por don José María. Pues metidos en harina, te pongo otro: yo me fui de Madrid, distrito de Vallecas, a finales de septiembre del presente año y no he podido utilizar ni uno solo de los servicios del Hospital Infanta Leonor, el que me correspondería por mi domicilio ¿sabes por qué?, pues porque no hay personal, ni especialistas ni enfermeras, ni siquiera equipamiento, ¿sabes cuándo se inauguró el hospital?, efectivamente, justo antes de las últimas elecciones municipales y autonómicas, por la señora Esperanza Aguirre, la cual salía perfecta en las fotos.
En fin, joven Joaquín, ni tantos ni tan calvos, pero haberlos, haylos.
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