En Siero, las promesas con el verbo en tiempo futuro
Según me consta, el “libro de estilo” establece que los verbos de los titulares se deben escribir en tiempo presente. Pero esta recomendación de la redacción en presente de los titulares de anuncios y promesas debe ser administrada con prudencia cuando se trata de un gobernante, dado el escaso valor del compromiso público y la alta cota de incumplimiento de las mismas.
Esta reflexión viene a propósito de leer ese librito obsequio del Ayuntamiento de Siero con motivo del certamen Agrosiero que tuvo lugar en la capital del cuarto concejo de Asturias. En el volumen, de 45 páginas, encontramos grandes fotos de ese grupúsculo de mandatarios nefastos e irresponsables del gobierno local. Seis son las poses que a mayor gloria del regidor de turno, Eduardo Martínez Llosa, al que le recordamos en acto de sesión de investidura la agria crítica a su predecesor Guillermo Martínez acusándolo de no pensar más que en salir en la foto, cuando ahora él tiene que esforzarse para que en el periódico sus fotos sean su diario y su memoria.
Nadie tiene por qué tener o de pronto adquirir todas las cualidades naturales de un buen gobernante. No tengo mal concepto de Eduardo Martínez Llosa que llegó de penalti al sillón del Consistorio sierense, lo que me es suficiente para hacer un ejercicio de compresión del comportamiento de su labor al servicio de la comunidad, ya que el salto que ha tenido que dar requiere el esfuerzo que tiene que hacer para adquirir esas cualidades naturales de un buen gobernante que la naturaleza le ha negado. Tengo para mí que en parámetros políticos desconoce en qué longitud se onda se mueve, porque no acaba de comprender su personaje, se engaña a la gente y se la engaña con ese tipo de argumentos que ofenden inteligencias, las falsas promesas, gastos galácticos, despilfarros inexplicables como el de la avenida de Ildefonso Sánchez del Río, y se muestran doblemente satisfechos de las obras realizadas en las zonas rurales del concejo, y esa satisfacción, ese vanagloriarse, esa presunción, ese jactarse de su valer, es el tipo de argumento que irrita al ciudadano, porque se supone que le están mintiendo, y es verdad que le están mintiendo. Y como todo ahora gira en torno a comportamientos corruptos y el ciudadano es sospechoso teme que alguien al que le quedara corto el traje no activara el protocolo y al quitarse los guantes se tocara la cara, les matarían sus perros. Y es que se habla de un vida pública transparente y nos contentamos con una cada vez más opaca. Por ello se echa de menos ese periodismo que la reina doña Letizia, en la entrega del X Premio “Luis Carandell”, elogiaba y daba las gracias a los que seguían creyendo en el periodismo, en la crónica reposada y analítica, que ser el primero no es sinónimo de ser el que mejor lo cuenta. Se refería doña Letizia a esa información veraz, equilibrada de ese periodismo con el saber, con el respeto a los derechos y el sentido de la ecuanimidad, que no sólo busque el efectismo, sino la verdad que le guíe en el titular informando a los ciudadanos.Tiempos tristes y no por la crisis económica, sino por unas personas que nos gobiernan, que a estas alturas está de más denunciar o lamentar el desprecio hacia la legalidad, la clara ostentación del desprecio, que demuestran que son personas sin conciencia, sin amor por su tierra e ilusión por el futuro.
Benigno Martínez-Fuego,
Marcenado (Siero)
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