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Bueno y el cierre categorial

10 de Noviembre del 2014 - José Manuel López García (Gijón)

La teoría del cierre categorial de Gustavo Bueno es uno de los grandes hitos filosóficos en lo que se puede denominar concepción de las ciencias o gnoseología general. Y merece ser más estudiada, reconocida y analizada, aunque ya sea valorada en España, Alemania y a nivel internacional. Esta teoría, elaborada en los años setenta del pasado siglo, ya consta de cinco volúmenes de los quince proyectados en un principio, por lo que se dispone de un muy abundante material epistemológico, y acerca de historia y filosofía de la ciencia.

En el ámbito de las ciencias, la construcción de teorías y las redes proposicionales a ellas asociadas logran un estatuto científico, precisamente, por los límites o el cierre de categoría que determinan. Como escribe Bueno: «El cierre químico –el de la química clásica–, representado por la tabla periódica, excluye cualquier vacua pretensión de proseguir el descubrimiento de nuevos elementos de modo indefinido». El cierre categorial es el resultado de la predicación sobre la realidad con categorías clasificadoras estructuradas de un modo estricto y riguroso. De este modo, el campo categorial de cada ciencia queda delimitado de una forma racional y coherente. Ciertamente, el sistema categorial de Aristóteles no se puede aplicar para una clasificación de los campos teóricos de las diversas ciencias existentes en la actualidad.

Como también indica Giménez Pérez: «Cuando hablamos en el materialismo gnoseológico de cierre categorial se quiere decir con ello que tal cierre no es meramente sintáctico, sino semántico, operatorio, objetual, un cierre constituido por las cosas mismas que cierran un campo». Porque el campo de objetos y cosas es algo ontológico que no responde a las determinaciones del lenguaje proposicional. Las categorías delimitan ciencias que son irreductibles entre sí en el materialismo gnoseológico de Bueno.

Las tesis buenistas son la expresión de un pensamiento que polemiza y critica las insuficiencias de otras alternativas dialécticas y argumentativas que no son capaces de lograr una efectiva y potente capacidad de análisis de las ciencias. Algo conseguido por la teoría del cierre categorial porque aplica técnicas interpretativas más finas y minuciosas en su hermenéutica de la ciencia.

Los análisis y explicitaciones de la teoría de la ciencia de Bueno son mejores y verdaderas, ya que las otras alternativas son erróneas. La dialéctica circular del materialismo gnoseológico que es circular como la platónica es verdad y se opone a la no verdad de otras teorías de la ciencia que no definen con precisión.

Como escribe Bueno: «La teoría del cierre categorial considera la verdad como un predicado esencial de la ciencia». Para el materialismo la ciencia es el resultado de una construcción material con términos y operaciones que fijan el campo de cada ciencia de una forma minuciosa, y la verdad es la base o el fundamento legitimador de la construcción misma de cada campo científico. Ya que la verdad no es entendible al modo de Tarski como una especie de encaje entre construcciones mentales o de lenguaje. Muy al contrario, la verdad es, en el materialismo, una relación entre determinados términos de la construcción operatoria. La verdad es lo propio de la ciencia, lo más intrínseco de la misma. Porque la objetividad es el paradigma de la verdad científica. A esto se une que los juicios sintéticos son los auténticamente progresivos y originarios frente a los analíticos que son autoexplicativos, y son conceptualizaciones que determinan límites desde el planteamiento dialéctico materialista. De este modo, se sigue el planteamiento kantiano acerca del aumento de conocimiento que proporcionan los juicios sintéticos en comparación con los analíticos.

Una de las cuestiones esenciales que deja muy claras la teoría del cierre de Bueno y, en definitiva, su gnoseología materialista es, precisamente, la del radio temporal y espacial de la verdad, en contraposición a la supuesta eternidad e inespacialidad de la misma. Ya que es cierto que la materia de la verdad o sus contenidos son espacializables y temporalizables, si bien las formas abstractas de las verdades pueden ser intemporales desde un enfoque teórico y especulativo.

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