Ay, Carmela

1 de Noviembre del 2014 - Ramón Alonso Nieda (Arriondas)

La juventud socialista, para quien Josiángel F. Villa es un personaje de su prehistoria, debería removerse y acudir ante la puerta del domicilio del ricachón a hacerle un sonado escrache que lo sacara de la cama o del sofá y no tuviera más remedio que responder a todas las preguntas que se le formularan, que casi con absoluta seguridad podrían ser más de las que figuran en el viejo catecismo del padre Astete. Así apela Carmen Gómez Ojea, en LA NUEVA ESPAÑA del 23, al sentido innato de justicia y rebeldía de la juventud, ese acuífero incontaminado, reserva prístina de idealismo y de moralidad. El buen salvaje de Rousseau que atraviesa los siglos sin echarse a perder.

En un sofá se tendrá que sentar Carmen a esperar que las Juventudes Socialistas respondan con un sonado escrache a la campanada del gran hermano Villa. Cuando la Consejería de Educación funcionaba como agencia de viajes y concesionaria de Audi gratis total, y el juez le exigió a Riopedre cien mil de fianza, las Juventudes y las madurangas socialistas respondieron con una colecta solidaria. Toma escrache. En cambio, el Sindicato de Estudiantes acaba de recortar tres días el calendario escolar so pretexto de la ley Wert, que nadie se ha leído. Y el resto de los jóvenes (la juventud no militante), tan falsos como los demás: llamando huelga a tres días de vacaciones que se toman por la mano en este veranillo de San Martín. Una gozada.

En política, las Juventudes siempre ha sido lo peor de lo malo: lo más sectario y lo más apresurado. Todos quieren ser el diputado más joven o la ministra más joven, y hay empujones, zancadillas y barullo como en la salida de las piraguas. Huyen despavoridos del destino de sus padres y sus profes, esos mataos que van de la vida a la muerte, van de la nada a la nada sin haber salido una puñetera vez por la TPA. Ahí tienen, en cambio, a Fernando Lastra, saliendo por lo menos seis veces en cada telediario: dos, en la enumeración de los argumentos; dos, en el desarrollo de los argumentos, y otras dos, en la recapitulación de los argumentos. Seis.

La función de las Juventudes no es la regeneración del sistema, sino la reproducción de las nomenclaturas. Desde esa tropa de refresco, cuarenta años de futuro nos contemplan. Todo cambiará para que todo siga igual. Quieren el cielo (o sea, vivir del cuento) y lo tomarán por asalto. Que es como se toman todas las cosas que no se ganan trabajando. Para Sócrates, la virtud se aprende a base de paciencia. Como cualquier oficio (marmolista, carpintero). Y así se va adquiriendo carácter ("etos", ética). Pobre Sócrates, que era un friki sin saberlo.

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