Rufino, eternamente entre nosotros
Palabras pronunciadas por Rosa Roces García en el funeral de su padre, Rufino Roces, una emotiva ceremonia religiosa celebrada el pasado sábado en la iglesia parroquial de San Pedro de Langreo. Rufino Roces falleció el viernes, a los 75 años, en La Felguera, su población natal, a la que estuvo ligado como directivo de múltiples entidades durante medio siglo.
Sacerdotes, Alcaldesa, familia, amigos, quiero en nombre de mi familia y en el mío propio agradeceros el apoyo y la presencia en este último adiós a mi padre y os pido benevolencia porque mis palabras hoy se las quiero dedicar a él, si la emoción me lo permite.
Querido papi:
Hace algún tiempo una persona entrañable me dijo que la enfermedad le había permitido vivir momentos muy especiales con su ser más querido, que de otra forma jamás los hubiera vivido. Ahora comprendo esas palabras a la perfección, porque tu enfermedad no sólo nos permitió vivir momentos especiales, sino que nos dio al padre que nunca habíamos disfrutado, pues tu entrega a este pueblo de La Felguera que tanto amaste nos privó de esa faceta en los tiempos de ocio, que, sin embargo, sí notamos en la educación que nos ofreciste y nunca descuidaste.
No hace muchos días cuando te lamentabas ante la médica de que "nos estabas dando mucha lata", ella te dijo: "Primero las cuidaría usted", y tú le respondiste: "No, no, de ellas no cuidé, lo hizo la madre". Es cierto, así fue porque siempre recordamos cómo mamá nos tenía que llevar a la sede de la Sociedad de Festejos de San Pedro, que estaba encima de Casa Olivo, para poder verte y así sucesivamente hasta que la familia entera se involucró en el mundo asociativo para estar a tu lado. Pero estamos orgullosas de ello, como lo estamos de ti, y tú lo sabías. Además, esto nos permitió crecer en amigos, no sé si en cantidad (supongo que sí por los testimonios recibidos en estos días y ver cómo está de llena esta iglesia parroquial), pero sí de calidad y calidez, de esos amigos en mayúsculas que tú sabías conservar. Muchos están aquí, otros lo están de corazón.
Subtítulo: Último adiós de la familia a un enamorado de La Felguera
Destacado: Tu enfermedad no sólo nos permitió vivir momentos especiales, sino que nos dio al padre que nunca habíamos disfrutado, pues tu entrega a este pueblo que tanto amaste nos privó de esa faceta en los tiempos de ocio, que, sin embargo, sí notamos en la educación que nos ofreciste y nunca descuidaste
Ese soplo del corazón que fue a mayores te decidió a dejar todas las responsabilidades en las instituciones con las que colaborabas y, gracias a él -qué ironía- hemos vivido los mejores momentos en familia. Mes y medio internado en el hopital, y te decíamos: "Papi, es que Dios sabe que era la única forma de que nos dedicaras tiempo". Hemos visto cómo has llevado el empeoramiento de tu calidad de vida con dignidad, con una sonrisa en la boca, paciencia y miradas de ternura y cariño. Hace poco, en urgencias, me decían: "Es que este señor es muy bueno y paciente". Y lo eras. Gracias por ello, papá; gracias también por haber escogido el camino de la honradez, de la lealtad a tus amigos, del trabajo altruista, de la humildad, del desprendimiento y generosidad, de la discreción y el de perdonar siempre. Gracias por no estar arrepentido de nada de lo que hiciste, por no permanecer nunca enfadado con nadie, por ser agradecido, como nos consta lo estabas a Kike y a Manuel, a quienes querías profundamente, y, sobre todo, por ser el mejor abuelo del mundo, orgulloso de Ana.
Sabes que nos dejas un vacío irreemplazable, pero también una ejemplar vida llena de recuerdos y emociones que siempre estarán en nuestros corazones.
¡Ah!, papi, que no se me olvide decirte que no te preocupes, cuidaremos de mamá, aunque, conociéndola, seguro que es ella la que sigue cuidando de nosotras. Mamá, gracias también a ti, ya sabes que también te queremos. Los dos nos habéis dado lo mejor de cada uno de vosotros, y ahora, papá, no nos queda más remedio que seguir caminando, como nos enseñaste, mirando siempre hacia adelante.
Mamá, fueron cincuenta años de casados que celebrasteis el pasado 8 de junio en una preciosa ceremonia. Sabemos que no es fácil lo que te espera, pero no vas a estar sola.
Papá, tú lo verás desde el cielo, en el que seguro San Pedro ya te abrió las puertas para reunirte con los queridísimos güelitos Ovidio, Rogelia, Luis y Sara, y algunos de esos amigos que tanta huella han dejado en ti y que son imposibles de enumerar, pero seguro que ya te has dado un abrazo con Marino Gutiérrez, Lulo, Noval, Ramón Colao o el cura José Manuel. ¡Fíjate!, ya sois varios Quijotes reunidos en el cielo. Acordaos de hacer una tertulia con nuestra Jimena, Kike Gómez Haces.
Papi, como siempre dijiste, lo breve y bueno dos veces bueno, y yo ya me extendí demasiado. Así que termino diciéndote que te quiero, que te queremos. Seguro que me estás diciendo "pesada, ya lo sé", y es que te lo repetí muy a menudo, especialmente durante estos últimos meses; no obstante, seguro que más veces de las que querías y menos de las que a mí me hubiera gustado, por eso te lo repito otra vez: te quiero, papi.
Paloma no te lo dirá en público, pero tú sabes lo que te quería.
Muchas gracias a la familia y a todos los que nos habéis mostrado vuestro cariño en estos momentos tan dolorosos, sin duda el mayor dolor que mi madre, Paloma y yo hemos sentido en nuestra vida.
Ojalá en cada uno de vosotros quede un poquito del recuerdo de Rufino, de mi padre, para que viva eternamente entre nosotros.
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