"Embolados Villa S. L" y los fondos mineros
Los niveles de deterioro moral y ético que ha alcanzado este país nuestro, más que repugnantes, que también, son indecentes. Resulta casi imposible encontrar ya a personas ejerciendo una actividad pública que pueda mirar serenamente a los ojos a un trabajador, a un parado o a un minero. Uno se irrita muchísimo estos últimos días al ver la cara de decepción y pesar de algunos mineros --sí, de los que bajan cotidianamente a la mina--, al saber de las tropelías de su durable y referente líder José Ángel Fernández Villa.
Villa, parecía uno de esos españoles de quien no cabía pensar que fuese un granuja y que jamás podría llegar a ser un delincuente. En su calidad de secretario general del SOMA (Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias) durante la friolera de 34 años. Fernández Villa puede ser considerado una de las figuras históricas del sindicalismo español de la segunda mitad del siglo XX. Pero es que, además de ese protagonismo en el mundo del trabajo fue un señalado político en las filas del PSOE: miembro de la comisión ejecutiva federal, diputado autonómico y senador.
Esa trayectoria, que podía suponerse con motivos poderosos como la de un hombre de intachable integridad, sin embargo, ha terminado de la peor manera imaginable cuando ha saltado la noticia de que estaba siendo investigado por la Fiscalía Anticorrupción para saber si ha cumplido con sus obligaciones tributarias y conocer cuál es el origen de los 1,4 millones de euros de su fortuna personal, cantidad que no resulta fácil suponer por pura lógica que el sindicalista haya podido acumular solamente con su trabajo.
Lo de Pujo, Blesa, Rato y otros por el estilo, que los hay, si se quiere puede tener una explicación porque forman parte de ese sistema en el que sus actuaciones son tan previsibles y habituales que a pocos ya sorprenden. Lo del líder minero, no. Porque durante más de tres décadas ha vivido a cuenta, y del cuento, de representar a unos abnegados y comprometidos trabajadores --algunos de ellos dejaron sus vidas en la mina--, y defender unos ideales y unas reivindicaciones que él traicionó.
La manejada cantidad millonaria de los fondos mineros, el oscurantismo, el silencio y la amnistía despiden tal hedor que es imposible soportar y menos justificar. Por su parte, Fernández Villa no tiene nada que explicar. Ha traicionado y faltado a la consideración y al respeto de los mineros asturianos y a las miles de sus familias. Porque, ¿quién en Asturias no tiene un pariente o allegado perteneciente a la minería? Pues bien, a todos ellos les ha fallado con su proceder y con su declaración de una supuesta herencia que dice haber recibido de su madre.
Cuando alguien se acoge a una amnistía fiscal, es porque tiene patrimonio y/o ingresos en negro, así que no se puede pensar que Fernández Villa fuera a registrar a su nombre bienes muy por encima de sus percepciones oficiales. Entre pisos, locales y plazas de garaje, a Villa se le suponen once propiedades en Oviedo, La Felguera y Tuilla.
Lo cierto, repito, es que algo apesta a podrido en el mundo sindical, económico y político en nuestro país, que parece no tener otra referencia que el dinero y la buena vida. Esto ya se ha puesto insoportable.
Por tanto, la Justicia, con mayúscula, es la última esperanza que queda a los ciudadanos de bien.
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