Pueblos ejemplares
Los tenemos en Asturias por todas partes, sobre todo en su zona rural y aldeana, en la que la naturaleza ha echado el resto. Algunos parecen nidos colgados en una montaña, la montaña, desde los Picos de Europa hasta el macizo de las Ubiñas, pasando por esa espina dorsal que es la cordillera del Aramo, es nuestra mejor y más agreste identificación, de un encanto y belleza desbordantes. Y en esa montaña, un día, se inició la Reconquista de España, hecho histórico que muy poco se nos ha reconocido y valorado. Y años después, muchos, dos asturianos también, Pidal y El Cainejo, en 1904, conquistan en esa montaña su mítica cumbre, el Picu Urriellu -vulgarmente conocido como Naranjo de Bulnes-, epopeya alpina que dio vida al alpinismo y escalada en nuestro país. La montaña, pues, sus cumbres, picos, cerros, agujas y neveros, todo ello con los valles profundos y grandiosos que se extienden a sus pies, hacen de nuestra región o comunidad eso: un paraíso natural. Y de él podemos sentirnos muy orgullosos los astures.
Este año el galardón de "Pueblo ejemplar" le correspondió a Boal, y muy merecidamente. Y esto nos hace recordar que en 2006 el bello pueblín allerano de Pelúgano optó a ese premio, también muy merecidamente y después de que todo su vecindario, liderado por Eva María, dejara el lugar hecho un vergel. Y sin ese merecido premio sigue Pelúgano, el cual, además de su belleza natural, tiene una rica historia que se remonta al primer tercio del siglo XII, con los condes don Pedro Díaz y doña María Ordóñez, padres de doña Gontrodo, hermosota ella, que tuvo amores con Alfonso VII, rey de León. De ese ligue amoroso nació doña Urraca la Asturiana, que, al casarse con el rey de Navarra don García Ramírez, pasó a ser reina ella también. Este hecho dio origen al poema histórico de "Doña Gontrodo", del que es autor don Valentín de Lillo y Hevia, más conocido como el "cura de Vega", investigador, poeta, literato y toda una autoridad en Prehistoria, que desde su rincón aldeano de Vega se codeó y carteó con los grandes intelectuales de su tiempo. Y hoy nadie le recuerda en su tierra. ¿Cabe mayor ingratitud? Pues bien, de él nos ocuparemos aquí otro día, para asombro de unos y vergüenza de otros, los que debieran haber perpetuado su memoria de alguna manera y no lo hicieron.
Sí, Pelúgano, como otros pueblinos de Aller, es merecedor a ese premio de "Pueblo ejemplar". Y en sus inmediaciones, en el lugar conocido como la Vieya el Castru, don Valentín de Lillo descubrió un dolmen en 1923, al que tampoco se le ha dado importancia alguna. Éste es otro argumento más para optar a ese premio. Que merecen, sí, todos esos pueblinos que son parte e historia de la montaña asturiana.
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