Podemos ir a peor
A la espera de la confirmación de la encuesta del CIS, con un avance espectacular en la intención de voto para la nueva formación de Podemos, otras adelantadas, que vaticinan saltar por los aires el actual panorama político español, están causando una gran desazón en las sedes de los partidos tradicionales. Habrá que suponer que estas encuestas, a una considerable distancia de los próximos comicios, solo reflejen el estado de exacerbado cabreo que, muy justificadamente, invade el ánimo de los potenciales electores, ante la impresentable e insostenible situación que emponzoña la vida política del país, con innumerables casos de corrupción en los que están implicados relevantes personajes públicos, a todos los niveles, y que están colapsando los juzgados. Ya no cabe la disculpa de que son unos pocos, como apuntaba el inmutable presidente Rajoy, ni que son casos puntuales, como tratan de justificar otros. Se trata de un problema sistémico, de auténticas mafias organizadas que, aprovechándose de situaciones de privilegio, están esquilmando las arcas públicas llevándose cantidades ingentes de dinero a cuentas opacas y/o paraísos fiscales, al tiempo que faltan recursos para la educación, la sanidad y otros servicios esenciales; una situación aberrante a la que, por espurios intereses, los principales partidos del arco parlamentario no están poniendo el mínimo interés en resolver.
El problema está en que, ante tanta inmundicia, el movimiento de indignados del 15M, transformado para la ocasión en partido político, bajo la dirección de un presunto nuevo mesías con coleta, está pescando en este río revuelto, de tal manera que, de no producirse de forma inmediata un cambio muy sustancial y convincente en la actitud del partido que actualmente soporta al Gobierno, con apoyo incondicional del principal partido de la oposición, en la lucha contra la lacra de la corrupción, el país podría verse avocado a un radical cambio de rumbo, con la llegada al poder de personas que, de acuerdo con el principio de Peter, podrían alcanzar su primer nivel de incompetencia, llevándolo a una situación caótica y, consecuentemente, a un retroceso de años. De momento, algunas de las propuestas que están haciendo públicas, y que podrían formar parte de un futuro programa electoral, no se sostienen ante un elemental y racional análisis. Si, además, tenemos en cuenta que el líder de la nueva formación tiene como referentes a Ecuador, Venezuela y Bolivia, sin renunciar a los ritmos cubanos, en una simbiosis de ideas con sus actuales dirigentes, el cóctel está servido.
No dudo que, si se toman sin demora las medidas necesarias, se podrá revertir la situación y salir del atolladero en el que nos encontramos, en el que nunca deberíamos haber caído; pero, también es cierto que podemos ir a peor. El riesgo, por las posibilidades reales y las desastrosas consecuencias, no es pequeño. No debemos olvidar que, de acuerdo con las leyes de Murphy, cualquier situación, por mala que sea, siempre es susceptible de empeorar. En cualquier caso, tendremos que confiar en la madurez y buen sentido de los ciudadanos para evitar llegar a situaciones de las que podríamos arrepentirnos. La penitencia podría ser dura y, además, muy larga.
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