Al ministro Fernandez Diaz
Indignación, vergüenza, humillación, afrenta... es lo que siento como ciudadano español ante los hechos acaecidos el 4 de los corrientes en nuestra capital del reino, donde un numeroso grupo de aficionados de un equipo de fútbol inglés se rieron con alevosía y premeditación, en la emblemática plaza Mayor de nuestra capital, de su Policía Municipal. Tristes imágenes que todos pudimos ver.
Sé que no pertenece a su incumbencia este triste episodio, pero si todo lo acaecido en horas posteriores, donde esta banda de incivilizados, mayoritariamente embriagados, camparon a su libre albedrío por los aledaños del Santiago Bernabéu insultando y provocando a los ciudadanos, televisiones y Policía Nacional bajo la más triste tolerancia de la misma... Si esto sucede en su país, nuestros ciudadanos estarían todavía a día de hoy a la espera de resolución judicial, como es lógico en cualquier país que se aprecie de aplicar sus leyes.
Desgraciadamente, en este país, nuestro pusilánime y melifluo señor ministro sólo tiene mano dura para ordenar desahucios de los desdichados ciudadanos que pierden sus casas por causas de todos conocidas, dar órdenes estrictas para que los parias del mundo africano no pasen nuestras fronteras y para movilizar a su élite policial con el fin de evitar que los movimientos ciudadanos de toda España puedan acercarse a Oviedo a manifestar su descontento a nuestros honorables reyes.
Señor ministro: usted, tan digno y pulcro, por esa honorabilidad de la que tanto presume ¿todavía no tiene motivos suficientes para marcharse a su casa ? Por favor, váyase ya.
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