Síndrome confusional
Pongo la radio, o leo la prensa, no sé, quizá sea el televisor, que me mira. O todos juntos, quién sabe. Es un asunto extraño, quizás lo he soñado: el Rey le daba la mano a una alcaldesa corrupta, Bombón, le dicen sus amigos que entre risotadas se recalifican unos terrenillos, en azul, para que pintes tus largas noches de invierno. Los representantes de los empresarios millonarios quieren despedir, despedir, despedir. Menos impuestos y más subvenciones reclaman, es su fórmula magistral para salir del hoyo que ellos mismos cavaron con menos impuestos y más despidos y subvenciones.
Cuando era pequeño, tiré unas cuantas gallinas al río, por si nadaban. Se ahogaron todas. Entonces nadie se dio cuenta de que yo tenía madera de responsable político, qué desperdicio, ahora que basta con serlo para colocar a los menos capaces a dirigir las cajas, televisiones y hasta el Banco Mundial. Asesorar, mucho, a eléctricas y telefónicas. Basta con ser amigo de tus amigos y tapar, con la corbata, el traje a rayas que llevan debajo.
Algunos piden perdón, ay, disculpe que le haya aparcado la apisonadora encima del perro, es que yo no sabía que las apisonadoras apisonan:
–Oiga, que es la decimoséptima vez que pasa.
–Ya, es que yo no aprendo nunca, pero mire, sé pedir perdón; perdón, perdón
En algunas ciudades prohíben a la gente rebuscar en las basuras. Qué asco, qué van a decir por ahí de la “marca España”. Lo que da buena imagen es ser presidente de una autonomía durante décadas y tener la llave de la caja, o ser empresaria famosa que quiere que las mujeres se queden en casa pariendo, que despidan a miles de funcionarios, que mutilen a los parados que cobran y hacerse un cortijito en un parque nacional, que allí no se paga IBI. Todo muy moderno.
Estoy aturdido, confuso, será que una ministra me ha inoculado confeti y un consejero dice que la culpa es mía por poner el brazo.
Como sigamos así, va a ser verdad que a España no la va a conocer ni la madre que la parió. O sí.
Villa es un representante de los obreros con cuentas ocultas, opacas, fantasmales. Se trata de Pancho, sin duda, lo sé por el bigote y las cananas que cruzan su pecho. Pero él ya no se acuerda, lo ha olvidado todo. Y sin pedir perdón. Amén.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo