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El 80 cumpleaños de Martín Villa y el Palacio de Luces

7 de Noviembre del 2014 - José F. Estévez

El pasado viernes 3 de octubre celebramos en Lastres el 80 cumpleaños de Rodolfo Martín Villa. El Palacio de Luces nos albergó. Edificio renovado ejemplo de gusto y equilibrio de la hostelería del Principado. Con el Cantábrico como pórtico, el viejo palacio indiano se yergue como un establecimiento ejemplar para el turismo de la zona.

Hasta allí vino el veterano y honorable – éste si – político español de la transición para compartir con nosotros su cumpleaños y un fin de semana de reflexión política y económica. Fueron numerosas las personalidades políticas que nos acompañaron. Capitaneados por el anfitrión Gustavo Suárez Pertierra, asturiano ilustre y ministro de Felipe González en dos de sus gobiernos, se congregaron personalidades de la vida económica y política como Jaime Mayor Oreja, Enrique Barón, ministros de gobiernos del PP y socialista, el Presidente del Parlamento Europeo, y parlamentarios europeos como Ignacio Salafranca y la anterior Comisaria de Asuntos Exteriores, Benita Ferrero Waldner. Un elenco de personalidades de la vida jurídica y económica de estos últimos años de la transición, en torno al jurista Javier Cremades, asistieron a este fin de semana de conversación y entrañable reflexión.

Desde ese balcón al mar Cantábrico que es el Palacio de Luces, brilló con estrella propia el conocimiento y sabiduría de Rodolfo Martín Villa. Vinieron a mi memoria televisiva en blanco y negro, la última semana de enero de 1977 y sus comparecencias para pedir firmeza y lealtad en esa trágica semana del secuestro del Presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar y de la matanza de los abogados laboralistas de Atocha. El recién iniciado proceso democrático parecía tambalearse entre el extremismo de derechas y la izquierda radical, y un terrorismo asesino y execrable que golpeó a la sociedad española todo el resto del siglo XX y buena parte de los años de esta centuria. Rodolfo junto a Adolfo Suárez mantuvieron firme la nave en la tormenta perfecta y el Estado español no zozobró, y la Constitución no naufragó y la Sociedad española miró hacia delante y ahogó sus miedos atávicos en la esperanza de la reconciliación y el sentido común.

El sentido de Estado lo lideraban grandes como Rodolfo, Torcuato Fernández Miranda (asturiano ilustre) y Adolfo Suárez. Los azules del Movimiento como Rodolfo, líder juvenil del SEU y Gobernador Civil en Barcelona cuando la muerte de Franco, fueron capaces de entenderse con el PSOE de Felipe González y el PCE de Santiago Carrillo, quienes con sentido de Estado y amor al pueblo español pusieron sobre el tablero del juego político todo lo que nos unía y no lo que nos separaba. Los que entonces éramos jóvenes universitarios en los años 70 , veíamos con zozobra e inquietud el desarrollo de las libertades democráticas y nuestro ingreso en las Instituciones de la Unión Europea, y hoy les debemos un reconocimiento a esas personalidades sin las que no hubiese sido posible esa transición de éxito que hoy llamamos España. En ello jugó un papel decisivo Rodolfo Martín Villa como Ministro del Interior y como delfín de UCD. Y hoy con los 80 años cumplidos y llenos de lucidez, su sola presencia entre nosotros nos regala su inteligencia. Recuerda Rodolfo con certeza que “Un Ministro del Interior puede ser Presidente de Endesa, pero aún esta por ver que un Presidente de Endesa pueda ser Ministro del Interior”.

Durante el almuerzo con Rodolfo hablamos de la situación catalana a pocos días de la posible consulta el 9 de noviembre próximo y compartimos la idea todos de que el pacto social sobre el que se apoya el Estado civil y la convivencia democrática exige como marco la legalidad constitucional la cual no puede ser unilateralmente quebrada ni por un grupo político, ni por una parte de la población española catalana, ni por un pretendido ejercicio de un pseudo derecho a decidir.

Me viene a la memoria la tesis de Torcuato Fernández Miranda, el ilustre catedrático asturiano, cuyo postulado del cambio de Régimen político franquista, consistió en que “toda transformación debía producirse desde la ley y nunca fuera de la ley”.

“Las palabras no caen en vacío”, comienza así la obra de Alejo Carpentier, egregio autor cubano, que escribió a mediados de los 60 “El siglo de las luces”. Con las palabras se construyen los componentes ideológicos del nuevo mundo. También el Nuevo Testamento se refiere a la palabra “In principio erat verbum” (en principio era la palabra). Sin embargo hay que ser cuidadoso con las palabras, por su enorme poder para mover conciencias y voluntades.

Atrevida fue la teoría esgrimida por Jaime Mayor Oreja, quien ahora libre de sus ataduras políticas habla con el corazón en la mano y sin ápice de demagogia en el tintero. Y eso da credibilidad a su discurso y lo hace verosímil.

Según él, se estan formando en Europa dos frentes antisistema, el nacional en Francia y el frente popular en España. Y ahora son ambos peligrosos para las libertades democráticas. Considera que el nacionalismo es un movimientos único, ya sea catalán o vasco, y ahora esta en su último estadio de ruptura con el Estado. Algo que resulta evidente habida cuenta del desafío nacionalista catalán ante el Estado Español.

Frente a la inacción política, predica Mayor Oreja, y no le falta razón, la necesidad de iniciar un “proceso político” ya que la Ley y los Tribunales no son ni serán suficientes para frenar el Tsunami Nacionalista frente al Estado.

Considero acertado el diagnóstico del veterano político popular. Ya hemos visto como el Tribunal de Estrasburgo unas veces nos da la razón a los constitucionalistas y al alto tribunal español y otras veces vacía el contenido de los derechos humanos tumbando la doctrina del Tribunal Constitucional con la Doctrina Parot. Sin duda es tiempo de reflexión, pero también lo es para la acción de “abrir un proceso político” de proteger y enaltecer la idea de “España”, una vieja nación de nacionalidades y pueblos hispánicos, y el mas viejo Estado de Europa.

Si como decía el Embajador Colombiano Carrillo, no se puede comprender España sin visitar la América Hispana, tampoco se puede entender Europa sin la vieja nación Española. Tenemos problemas que resolver, pero menos que en la transición política. Miremos al pasado reciente de la transición y encontremos fórmulas que espanten a los “mitos” del nacionalismo y al “logos” de los leguleyos. Hay futuro y esperanza.

España tiene su carta de naturaleza en la madurez de nuestra Carta Magna y su alma en los hombres que componen sus pueblos que han sido desde siglos respetuosos con la ley y sus derechos históricos.

José F. Estévez

Abogado. Socio Director de Cremades&Calvo-Sotelo

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