Relatos salvajes

10 de Noviembre del 2014 - Sofía López Díaz (Oviedo)

No intento denunciar nada, tampoco estoy pataleando por una injusticia. Dicho esto, voy a volcar la indignación que me han causado unas palabras, seguramente dichas sin mala intención, pero que reflejan sutilmente la insolidaridad y la falta de empatía en estos tiempos tan duros.

En un Ayuntamiento asturiano se convoca un concurso-oposición para la formación de una bolsa de empleo de arquitecto técnico. Para desempeñar las funciones de este puesto, además de los conocimientos adquiridos en la carrera y en la trayectoria profesional, hay que sumarle normativa urbanística general, la del propio concejo, leyes de patrimonio, de carreteras, costas, ordenanzas municipales, ley de contratos con la Administración, código técnico de la edificación, conocimientos de fontanería, carpintería, albañilería, estructuras de madera, de hormigón, movimientos de tierra, ensayos, tipos de aparejos de otras épocas y un largo etcétera. Animado, porque me gusta estudiar y me gusta mucho mi profesión y, además, necesito el trabajo, me presento. En la lista para optar a este puesto hay 77 personas, de las cuales sólo 50 acuden a la prueba eliminatoria tipo test. No todos irán con las mismas expectativas, ni tendrán la misma preparación, como es lógico. La criba de este retorcido test da como resultado que cuatro personas pasen al siguiente examen. Las preguntas son las que son y las respuestas son las que son. Sólo cuatro tienen estos conocimientos. El resto ha ido sin repasar o estudiar. Esta mañana, al acudir a ver el examen para comprobar si está bien corregido o para aprender del error, un amable y correcto funcionario nos espeta que están sorprendidos de la falta de interés de los aparejadores.

No conoces las circunstancias personales de las personas que tienes enfrente y es esto lo que se te ocurre decir a un colectivo donde el 90 por ciento hemos perdido nuestro empleo. Que tenemos falta de interés. ¿No será que la sospecha del juego sucio echa para atrás a muchos? La desesperanza de no confiar ya en nada relacionado con la Administración pública.

Aprovecho para recomendarte, si te gusta el cine, y si lees esto, "Relatos salvajes". Una película argentina que habla del cabreo.

Yo he decidido escribir al periódico, porque sigo pensando que la palabra es un arma poderosa, tan poderosa que hoy las tuyas me han cabreado salvajemente.

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