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El valor funcional de la caza social en Asturias

10 de Noviembre del 2014 - Eduardo Bros Martínez (Oviedo)

En el decorado del espacio cinegético, la gestión privada y la caza social son dos puestas en escena en donde la mayor diferencia la tenemos en la inversión.

La fecundidad participativa que representa la caza social en Asturias se encuentra acechada. Se podría romper en gran medida esta unidad, de salir adelante iniciativas gestadas (se han desvelado actitudes, incluso dentro del sector) que patrocinan cambios en el actual sistema de caza. Se motiva desde diversas posiciones, en la creencia de un estilo deficitario; sembrando incertidumbre económica sobre la viabilidad futura del actual régimen cinegético en lo que atañe a su lado corporativo.

Fuera del ámbito de la cinegética asturiana, no existe analogía en España equiparable en su totalidad con la ley de Asturias de la Caza. Un texto legislativo, el de esta norma, de composición única y solidaria, garante por sí misma de un catálogo de valores intrínsecos diferentes, creado desde la eficiencia de un estado interactivo que ha permitido consolidar un carácter estructural funcional natural; concediendo autonomía a la fauna silvestre para colonizar espacios y desarrollarse en libertad.

Parece que, bajo presión, cobra fuerza la amenaza de una fractura del valor común del actual sistema de la caza en Asturias, cuya estabilidad se encuentra seriamente desgastada, aspectos que permiten que el objetivo de su necesaria regeneración esté menos claro. Las vías alternativas creadas para su inserción en el régimen privado solicitan alterar, como elemento disuasorio relevante que conjugue con sus intereses, la inviolabilidad hasta ahora del espíritu social de la ley de Asturias de la Caza, verdadero adalid defensor de las instituciones gestoras (sociedades locales de cazadores).

Refiriéndome concretamente a la caza social que se practica en Asturias, a la que flaco favor le hacen cubriéndola de oprobio desde algún que otro medio temático, con críticas negativas a la ley de Asturias de la Caza, norma singular por sus especiales características y peculiaridades, aborrecida por el sector conservador y reaccionario de la cinegética española, cuya validez se encuentra en un proceso de premeditada actitud desde el lado discordante, con el sentido puesto en desnaturalizarla, inoculando descrédito hacia la estima de un compromiso asociado en la gestión y aprovechamiento; una forma de inquirir acerca de la continuidad de un sistema de caza integral, de grandes aportaciones a la sociedad, llevado a cabo desde la yacente precariedad de medios, privando el esfuerzo societario sin ánimo de lucro de las gestoras que administran los cotos de caza regionales.

Si el exclusivismo de alto coste que supone cazar en terrenos cinegéticos privados –cada día con más tendencia a ser alambrados, cercados sus perímetros; reducto vital infranqueable de unos animales criados en cautividad–, caracterizados por una gestión de sus administradores a manera de acción intensiva en la formación de reses y aves convenientemente semiestabuladas para el aprovechamiento inmediato a convenir, según demanda, sujetas a un tipo de alimentación artificial y pérdida de libertad para estos fines, es en donde radica la eficacia que se pretende defender como principio, contraponiéndolo a la social, entraríamos a considerar esta elección dentro de un sistema que altera el orden natural establecido en las especies cinegéticas, que cercena la capacidad de conceptuar la caza tradicional y responsable de los postulados que la rigen y defienden, tal y como la conocemos aquí en Asturias y en otros lugares.

En la autenticidad de su metodología de trabajo en el medio natural, sin aditamentos artificiales, en la autonomía de la fauna cinegética es en donde la caza social mantiene sus credenciales que la hacen ser más verdadera y también suficientemente efectiva. Dista mucho de parecerse a la parafernalia que adorna y exhibe la iniciativa privada en pasajes que intentan relacionar con una caza auténtica.

Por tanto, cabe decir que aquellos fundamentos que tratan de hacer valer su postura con retórica de dudoso gusto: de restar eficacia y ejemplaridad a la caza social, carecen de credibilidad.

Eduardo Bros Martínez

Oviedo

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