La chica del 17

22 de Noviembre del 2014 - José Luis Álvarez Lauret (Gijón)

Razón tenía la letra del cuplé titulado “La chica del 17”, cuando preguntaba sarcásticamente entre otras cosas aquello de: ¿dónde se mete? y ¿de dónde saca pa tanto como destaca?... Viene esto a cuento por los muchos escándalos de corrupción descubiertos últimamente por parte de algunos políticos y sindicalistas. Nadie teníamos los datos para constatar lo que suponíamos que estaba pasando, pero que algo anómalo había era cosa sospechada por muchos.

Vaya por delante todo mi respeto y apoyo a tantísimo político y sindicalista honrado que, guiado por sus ideales y con la sana intención de conseguir un país mejor para todos nosotros, pone su saber y su esfuerzo diario al servicio del bien común. Lo que ya no es ni aceptable ni, si me apuran, perdonable es que haya quienes, envueltos en la bandera y las siglas de un partido o de un sindicato, se aprovechen de sus cargos y situación de privilegio en beneficio propio y para medrar, tanto personalmente como en su entorno familiar.

Es repugnante, asqueroso y deplorable ver que quienes sacaban pecho presumiendo de ser los defensores de la clase trabajadora ahora se descubra que desde sus cargos de poder lo que hacían era trabajar en su propio beneficio, amasando un patrimonio al que por sus propios conocimientos y capacidad profesional jamás habrían llegado. ¿Qué dirán y pensarán los miles de ciudadanos que sufrieron represión en el régimen anterior por defender derechos y libertades, al ver que todo su esfuerzo y sacrificio sólo sirvió para el beneficio personal de tanto arribista pesebrero cuyo fin no es otro que el de disfrazarse de lo que no son para conseguir poder y posiciones no merecidas?

Pueden darnos asco actitudes de este tipo cuando las provocan tipos o personajes a los que siempre hemos considerado encuadrados en la derecha más reaccionaria y caciquil, pero que tengamos que aceptar que quienes nos las hacen son aquellos que sacaban pecho desde nuestras propias filas de asalariados y clase media baja, eso ya es como una especie de puñalada a traición que no tiene ni justificación ni perdón. Podrán alegar lo que quieran, pero el daño que han hecho a la clase trabajadora, al movimiento sindical y a los partidos en los que militan, es irreparable. Están haciendo pagar a inocentes sus propias fechorías y, en mi opinión, mal hacen, tanto desde los partidos políticos como desde las centrales sindicales, no expulsándolos de inmediato y sin miramiento alguno.

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