Un segundo de terror en Avilés
Lo que vivimos mi mujer y yo la noche del pasado 12 de agosto fue lo más aterrador que hayamos vivido en mucho tiempo. Volvíamos de la ría y nos disponíamos a cruzar el paso a nivel que hay frente al Parque del Muelle avilesino. Sonó la alarma, bajó la barrera de los coches y se encendió el semáforo de los peatones. Nos detuvimos a esperar el paso del tren. Efectivamente, pasó uno. Advertidos por la experiencia, al ver que el semáforo continuaba en rojo, supusimos que pasaría otro. Y pasó. Como es muy poco probable que pasara de inmediato un tercero (hay solo dos vías), me dispuse a pasar, pero mi mujer me detuvo, indicándome el semáforo aún en rojo. Protestando interiormente por su legalismo, decidí esperar. pero un joven que también esperaba, avanzó hacia las vías. Iba con auriculares, seguramente a volumen alto, porque de otro modo no se explica lo que ocurrió después: un tercer tren, a considerable velocidad, se acercó sin ninguna posibilidad de parar. El conductor accionó la bocina con desesperada insistencia y seguramente también los frenos, pero el terrible accidente parecía inevitable: el joven continuaba su marcha sin percatarse. En un gesto tan instintivo como inútil, grité a todo pulmón. Petrificados, helados, aterrados, no podíamos creer lo que estábamos viendo: el tren, que se me antojó enorme, se acercaba a toda velocidad al punto exacto en el que se iba a encontrar una persona, justo en medio de las vías. Cuando ya todo parecía fatalmente consumado, quizás solo unas décimas de segundo antes del choque, el joven advirtió el peligro y con un salto felino saturado de adrenalina, se poso a salvo fuera de la vía. Tardamos mucho rato en reponernos de la impresión. Mi mujer recordó que hace no mucho, un caso similar, protagonizado por una pareja, había ocurrido en ese mismo cruce. Cada día debemos cruzar unas cuantas veces para ir al trabajo y no es raro ver como los coches, detenidos por un absurdo semáforo que los detiene, quedan expuestos, con parte de la carrocería dentro de las vías. Es realmente raro que no hayan ocurrido más desgracias en ese peligrisísimo paso a nivel. He buscado en la página web del Ayuntamiento de Avilés para dar mi testimonio, pero no encontré la opción. Creo que es urgente que las autoridades sean informadas de ésto. Una solución podría ser una pasarela que cruce tanto las vías ferroviarias, como la carretera, cuyo semáforo tarda hasta tres minutos en dar paso a los peatones y no da tiempo a pasar a los de marcha más lenta.
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