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Con las manos atadas

17 de Noviembre del 2014 - David Tobalina Alvarez (Soto de Llanera)

Algunas fotografías son reveladoras y esta que publicó el jueves pasado LA NUEVA ESPAÑA en su edición impresa lo ha sido para mí.

Contemplar la imagen de un Obama, que asiste en Pekín a la cumbre de la APEC (Cooperación Económica Asia-Pacífico), con rostro apesadumbrado y apariencia de subordinación ante su homólogo chino Xi Jimping me hace reflexionar una vez más acerca de las consecuencias de las políticas económicas neoliberales llevadas a cabo desde hace décadas por esa nación americana.

La dejación de funciones de los sucesivos gobiernos norteamericanos, tanto demócratas como republicanos, en la protección de los intereses de la nación y de sus habitantes cada día es más evidente y descorazonadora. La generación de recursos y conocimientos largamente acumulados por el pueblo de los Estados Unidos ha sido transferida –sin ningún tipo de control ni contraprestación para él– al Estado chino; digo intencionadamente al Estado porque China es un Estado comunista donde la propiedad y los medios de producción son del Estado. Esta transferencia de tecnología y “know how” fue llevada a China por las empresas estadounidenses, atraídas por una mano de obra dócil y dispuesta a trabajar sin condiciones, con horarios extenuantes y salarios de miseria, amén de la ausencia de medidas de seguridad e higiene que en Norteamérica les son exigidas.

Como consecuencia de estas políticas, China estuvo creciendo durante la pasada década en tasas insólitas en torno al 10% y en la actual década, debido a la crisis financiera, en torno al 8%, mientras la economía norteamericana se contraía de forma alarmante registrando incluso tasas negativas en la pasada década y un tímido crecimiento en 2013 de un 1,9%. Si a estas cifras añadimos la deuda acumulada por Estados Unidos y que en buena parte se encuentra en manos del Estado chino, la situación es francamente preocupante.

En lo que respecta a los trabajadores norteamericanos, cabe decir que su situación se ha deteriorado de forma importante en los últimos años pasando de tasas de desempleo muy aceptables en la pasada década a cifras próximas al 10% a raíz de la crisis financiera y que únicamente han conseguido reducir a base de trabajos temporales y salarios “low cost”.

Ante esta situación cabe preguntarse si han valido la pena cuarenta años de guerra fría entre el rey de la democracia occidental y el rey del comunismo oriental para acabar en manos del comunismo amarillo y, además, sin disparar un solo tiro. También podemos preguntarnos si es legítimo que un Gobierno juegue con los intereses de sus ciudadanos abandonando su país a los vientos que en cada momento benefician a unas élites empresariales cuyo único objetivo es ganar cada vez más. ¿Pueden los ciudadanos quedarse tranquilos y cruzados de brazos esperando cuatro o cinco años para que se escuche su voz? Por ultimo, ¿deben ser los Estados Unidos de América nuestro faro y nuestra guía, nuestro espejo en el que mirarnos para el futuro?

Éstas son algunas de las preguntas que me hago cuando veo en la foto a este hombre de color con las orejas gachas y las manos atadas.

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