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Octubre ha pasado: ¿nada que declarar?.

15 de Noviembre del 2014 - Félix Martín Martínez (Oviedo)

Hace casi cuatro décadas que, cada décimo mes del año la hiprogresía de la izquierda asturiana, como si de una fiesta memorable se tratara, celebra su intentona de golpe de Estado de 1934. Es decir, su intento de derribar a un Gobierno republicano, legítimo y democrático que contaba con el apoyo de la mayoría de los españoles. ¿Sería imaginable que, tras la legítima victoria socialista de Octubre de 1982, las derechas se hubieran levantado en armas para derribar a un Gobierno legal, salido de las urnas y encima dieran en celebrarlo cada año?

Sin embargo, como digo, cada mes de Octubre y con absoluta impunidad, diferentes colectivos políticos de la izquierda y de la izquierda extrema dan por buena esta conmemoración en la que, hay que insistir una y mil veces, lo que se recuerda en Asturias es una sangrienta quincena para intentar tomar el poder por medio de la dinamita y los cañones robados en las minas y la Fábrica de Trubia, respectivamente, así como la compra de 18 toneladas de armas y municiones, a cargo del Partido Socialista con dinero del Sindicato Minero Asturiano.

Este 2014, y en la creencia de que el cumplimiento de los 80 años de esta tragedia merecían el júbilo y la algazara, entre otros, la Asociación Isidoro Acevedo y la Unión de Juventudes Comunistas de Oviedo llevaron a cabo un recorrido patriótico por el barrio de Vallobín recordando aquella sangrienta efeméride, y de la que sus hermanos de partido fueron conniventes. Imagino que, como siempre, se habrá rendido cálido homenaje a la niña ovetense Aida Lafuente, de la que incluso sus propios fans desconocen su verdadera edad (igualmente errónea, en la preciosa canción del dúo “Nuberu”); en Trubia, la compañía francesa “Trac de Beanmes de Venisse”, puso en escena “Révolte dans les Asturies”; hasta incluso el blimeíno Alfonso Zapico aprovechó el pasado octubre para publicar “La Revolución” en cómic (novela gráfica). En fin.

¿Alguien, en su sano juicio, se imagina que, cualesquiera otros partidos políticos, colectivos culturales, etcétera, dieran en conmemorar el 18 de julio y lo que vino después? ¿Se consentiría una fiesta alrededor del intento golpista del teniente coronel Tejero, cada 23 F? ¿Alguien se imagina celebrar en Cataluña cada 9-N, es decir, el simulacro de un referéndum absolutamente inconstitucional y antidemocrático, que debería tener consecuencias penales si en España la justicia fuera igual para todos?

El cinismo de buena parte de la izquierda asturiana llega hasta el extremo, como digo, de convertir cada octubre en una especie de orgasmo colectivo en el que se da rienda suelta al recordatorio de aquella masacre humana y política. Lo que esta patulea no se atreve a recordar es que la mal llamada revolución de Octubre de 1934 (todavía hoy día jaleada en Asturias por algún catedrático de Historia Contemporánea en estado confusional transitorio), tiene en su haber y honor la destrucción de la ciudad de Oviedo a partir de la voladura de la Cámara Santa, la torre de la Catedral, el palacio arzobispal y el Seminario; la quema de la Universidad (donde la pérdida de su patrimonio, bibliográfico sobre todo, ha resultado irreparable); el incendio del instituto de la calle Santa Susana (actual IES Alfonso II); la destrucción por explosivos, de 98 cuarteles de la Guardia Civil en toda la región; el rosario de asesinatos en pueblos con menores recursos (Valdecuna, Turón y Ujo, sobre todo); fusilamientos (sin juicio alguno, claro), en el ovetense barrio de San Lázaro; el incendio del convento de los Dominicos, donde seis seminaristas, al menos, fueron asesinados por la espalda cuando trataban de huir de la quema; la persecución patológica y el asesinato del clero (monjas, sobre todo); la especial predilección en la destrucción de los edificios religiosos, con un total de 62 edificios, entre iglesias, capillas, conventos y casas rectorales en toda Asturias, más un largo y trágico etcétera.

¿Y hubo violencia de parte de quienes defendieron y respondieron a favor de la legitimidad del Gobierno democrático? Indudablemente. Sin embargo, no sabemos que aquéllos se regocijen en celebración alguna cada mes de octubre. Ésa es la diferencia esencial.

Así pues, ¿qué es lo que hay que celebrar? Lo que cada mes de octubre debería darse es un acto de contrición de parte de la izquierda asturiana, una jornada de reflexión y hasta de genuflexión. Pero no, qué va, el cinismo de la izquierda extrema asturiana, con el Partido Socialista y el Partido Comunista a la cabeza, se regodea cada año en lo que debiera ser, como digo, un mes para pedir perdón por la sangre derramada de tanto inocente, y por la devastación de la ciudad de Oviedo, con la programación del PSOE y la Esquerra Catalana. La desmemoria histórica llega hasta el extremo de padecer una hemiplejia mental que, en el caso de la izquierda en Asturias, parece ser irrecuperable.

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