La Nueva España » Cartas de los lectores » Luis Enrique y Damocles

Luis Enrique y Damocles

18 de Noviembre del 2014 - José Antonio de Lillo Cuadrado (Moreda)

Hablar de la “espada de Damocles” es lo mismo que hablar de amenazas, según publicó LA NUEVA ESPAÑA el día 7 de este mes. El comentario llevaba como título “El Barça, el peluquín y Mickey Mouse”. Lo firmaba Antonio Rico, en la sección de Deportes. En él se veía una fotografía sonriente de Luis Enrique. La presencia en el artículo de Dionisio de Siracusa y de Damocles olía a conspiración. Efectivamente, el posible “pagano” era el gijonés. En él se lee: “Pero, como bien aprendió Damocles cuando fue invitado a ocupar el sitio de Dionisio I en un banquete…”. Lo cierto es que, en el banquete, Damocles no “ocupó” el sitio de Dionisio, sino que éste lo invitó, lo sentó a su mesa y le gastó una broma pesada. Seguí la lectura que, como ya insinué, empezaba a sonar a “segado de hierba bajo los pies”, a “agitación del banquillo” o a “ruido de sables”.

Fue Cicerón quien, en el siglo I a. de C., puso de moda la “espada”. Damocles era lo que un adulador de oficio. Dionisio, rico y poderoso, exhalaba una desconfianza enfermiza por los cuatro puntos cardinales. No se fiaba ni de su familia: para no confiar su vida al barbero, encargó a sus hijas el trabajo. Y, cuando ellas se hicieron mayores, les quitó la navaja y dispuso que le quemasen barba y cabello con cáscaras de nuez incandescentes, por si acaso. Hasta aquí, un cuento de humor. En un encuentro de los dos protagonistas, Damocles encareció a Dionisio lo feliz que debería sentirse con tanta opulencia y poder. Éste le respondió: “Si quieres probar mi felicidad, quedamos esta noche para cenar en mi casa”. Damocles ni se lo pensó. Se presentó en palacio al anochecer. El anfitrión lo recibió con toda cortesía y lo condujo al comedor de las grandes ocasiones. Era un salón amplio, en el que no faltaba detalle: lecho dorado, perfumes, vajilla de oro, alfombras, tapices… Y un menú preparado por los restauradores más prestigiosos de Sicilia. Ahora, sí, Damocles ya podía sentirse el hombre más dichoso de la Tierra. ¡Si lo supieran sus amigos…!

Y llega el desenlace, donde empieza a dibujarse en la oscuridad la figura de Luis Enrique. Mientras el huésped disfrutaba del banquete, Dionisio mandó que colgaran del techo una espada, sujeta a una crin de caballo, que apuntase justamente a la cerviz del invitado. Aunque Cicerón no lo dice, hay que suponer que Damocles vio el brillo inminente de la muerte al levantar la cabeza para beber. Pálido y cubierto de sudor, sacó fuerzas, si es que aún le quedaban, y pidió a Dionisio que le permitiera marchar. Después de la experiencia, ya no quería ser feliz.

Seguro que, para ponerlo en antecedentes, alguien sopló al oído a Luis Enrique la vida y milagros de estos dos próceres sicilianos, sus tejemanejes sobre la felicidad y sus posibles consecuencias. ¿Podrá sentirse tranquilo al percibir el fragor de la segadora, al sentir el temblor de su asiento de entrenador o al escuchar el concierto de sables que amenazan su futuro en el equipo blau grana? Ya se lo recordaba el autor del artículo: “Luis Enrique… debe andarse con cuidado porque el Barça es más que un club en muchos aspectos…” porque, ya se sabe, “sobre las cabezas de reyes y entrenadores pende siempre una afilada espada…”. Dionisio no resistió el paso del tiempo y se quedó en el siglo IV a. de C., pero Damocles sigue sacando brillo al sable, siempre en alto. Así que Damocles no sustituyó a Dionisio en el banquete. Aprovechó para tomar lecciones. Y sigue cabalgando como el Cid después de muerto...

Desde este lado del Pajares, deseamos lo mejor para nuestro paisano y, sobre todo, le aconsejamos que mire bien hacia el techo antes de acomodarse en el banquillo.

Cartas

Número de cartas: 46057

Número de cartas en Septiembre: 161

Tribunas

Número de tribunas: 2086

Número de tribunas en Septiembre: 8

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador