¿Por qué todos contra Rajoy?
Estamos pasando unos tiempos muy revueltos, por un lado estamos saliendo de una depresión económica, que no se ha conocido desde hace mucho tiempo y, por otro, aprovechando el difícil momento los independentistas catalanes están levantado tal marea que, a mi entender, muchos no llegan a comprender.
¿Qué fue la astracanada del día 9? Se han oído innumerables críticas del presidente de la nación. Se le han hecho acusaciones sin compasión. Y no aparecen personas objetivas que traten de comprender su actitud. Acaso ni en su propio partido. Sin embargo, ¿ha sido comprensible y adecuada su actitud?
La historia lo dirá, como sucedió en otros hechos históricos que convendría recordar. Hay personajes históricos que sufrieron una crítica semejante y, según creo, por tomar una parecida actitud. Todo el mundo recuerda la segunda Guerra Púnica, especialmente cuando este nombre sirve para calificar unos fraudes económicos. En esta segunda Guerra Púnica, Aníbal, habiendo pasado los Alpes, se presentó en Italia con una arrolladora marcha, venciendo en Tesino, Trevia, Trasimeno y Cannas, y presentándose a las puertas de Roma. El terror de la ciudad fue enorme y nombraron "imperator" a Quinto Fabio Máximo Verrucosus Contactor. ¿Cuál fue la actitud de éste? Conviene leer a Tito Livio: esperar que Aníbal, sin mucha posibilidad de refuerzos, se fuera agotando, y llegó la victoria, porque el cartaginés no pudo resistir con sus triunfos y tuvo que humillarse pasando a África. Y Quinto Máximo, tan ultrajado en un principio, llegó a ser uno de los generales romanos más laureados y reconocidos.
Pero no es el único caso, también es digno de recordar a aquel general ruso, Golenischev-Kutuzov, que ante la avasalladora marcha de Napoleón no le hizo frente, sino que fue quemando las cosechas por donde iba a pasar el francés y retiró sus tropas, dejando que llegara hasta Moscú. Donde, cuando Napoleón advirtió que le llegaba el invierno y se iba a encontrar sin abastecimientos, se dio cuenta que era su ruina, sin haber perdido una batalla.
Cicerón dice que la historia es maestra de la vida. Y probablemente se vea con claridad en este caso que tenemos de Cataluña. ¿Por qué no se le ha de dejar marchar a Mas en esta valentonada marcha hasta que se ahogue en su propio orgullo?
La vulgar bufonada del día 9 no le llevó a reflexionar del fracaso que supuso aquella votación. Las cifras que nos dio oficialmente desde su tribuna mejor que nosotros sabía él que no eran ciertas. Todos los que organizan una manifestación al menos triplican el número de manifestantes, en este caso sin ningún control ni listas de votantes, hay que valorarlos de igual manera. Además, ya han salido testimonios de que ha habido listos que han votado tres o más veces en distintas mesas, que no tenían relación de votantes para controlarlos. Con lo que con razón decía Ansón: "El 9-N ha sido una farsa, una pantomima, una patochada, una maniobra claramente antidemocrática… El 9-N ha pasado con un alto ridículo para Oriol Junqueras y su escudero Arturo Mas" ("El Imparcial", 11/11/2014).
Me ha extrañado que no haya habido voces de las sinrazones y atentados que ha supuesto la actitud del presidente Mas. No es la primera vez que Cataluña habla de independencia, ya lo intentó con Juan II de Aragón, y tuvo que arreglarlo Fernando, que luego sería el Católico, siendo aún príncipe. Con más fuerza lo intentó en 1640, y se ofreció a Luis XIII para ser francés, pero la respuesta de Richelieu les hizo volver a España. En el momento actual, ¿qué es lo mejor para tratar con los separatistas catalanes? Ciertamente, no enfrentarse, pues enardecería los ánimos. ¿Dejarles que se consuman en su fingido triunfo? Como sucedió con Aníbal y Napoleón, para que se den cuenta de lo absurdo de sus pretensiones. En aquellas ocasiones fueron actuaciones muy efectivas, y después de duras críticas ambos generales pasaron a ser alabados por lo acertado de sus actuaciones.
Aguantar en los momentos de crítica como está haciendo Rajoy es muy difícil, y lo fácil sería tomar medidas de fuerza. ¿Pero serían efectivas? Y negociar qué, en economía se les están resolviendo todos los problemas que tienen y, sin duda, pasándose de la raya. La independencia, que tanto solicitan, es una materia que no tiene sentido y en lo que no se puede ceder. Por tanto, pregunto a los que hablan de diálogo: ¿qué se puede dialogar con quienes están obsesionados con una pretensión imposible? Es muy fácil pedir que el Gobierno actúe, pero no hay nadie que dé una vía de diálogo, ni marque las materias que es conveniente poner en conversación.
Y a todo el mundo que enjuicia este tema se le puede pedir que sea prudente valorando las actuaciones del Gobierno, pues nadie tiene idea de cómo resolver la pretensión de unos separatistas, si no es que se agoten en su mismo triunfo.
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