Estamos más que hartos
Estamos más que hartos de abrir los periódicos cada mañana y encontrarnos en primera página con "el problema catalanista", problema del que, hasta hace poco, nunca habíamos oído hablar, y que resulta inexistente para la mayoría de catalanes y para la casi totalidad del resto de los españoles.
Estamos más que hartos de que el Gobierno de Cataluña obligue al Gobierno de España a dedicar una gran parte de sus esfuerzos a solucionar política y jurídicamente ese "problema", cuando hay otros (paro, crisis, inmigración, corrupción...) mucho más urgentes y reales que merecerían la plena atención y dedicación de ambos gobiernos.
Estamos más que hartos de que el Gobierno de Cataluña dedique, además del tiempo, enormes cantidades de dinero a rodearse de consejeros y asesores, y a celebrar todo tipo de manifestaciones, alardes y consultas para potenciar ese sentimiento nacionalista que, de no ser por ellos, con toda seguridad no existiría.
Estamos más que hartos de que esos señores catalanistas pretendan tener otra historia diferente a la del resto de España, después de haber sufrido juntos, durante tantos siglos, las mismas invasiones, luchas por la libertad, avances hacia la unidad de España, guerras civiles y terribles dictaduras.
Estamos más que hartos de que estos señores catalanistas pongan en peligro la unidad, la democracia y el progreso que entre todos los españoles hemos ido logrando, con tanto esfuerzo, en las últimas cuatro décadas, y que nos han convertido en modelo y ejemplo para la transición pacífica de tantos otros países en todo el mundo.
Estamos más que hartos de que estos señores potencien el nacionalismo separatista, en un tiempo en que la inmensa mayoría de los países europeos formamos una sola comunidad, hemos suprimido las fronteras, adoptado una moneda única y caminamos juntos hacia un futuro cada vez más unido y común.
Estamos más que hartos de que estos señores catalanistas no sean capaces, ni tan siquiera, de ver los desastres que ha causado el separatismo nacionalista en las últimas décadas tan sólo en Europa: guerras atroces entre los nacionalismos yugoslavos, guerra contra los independentistas en el este de Ucrania, conflicto de Irlanda del Norte, etcétera.
Estamos más que hartos de que apenas derrotado el independentismo vasco, que puso en grave peligro nuestra democracia y que causó casi un millar de muertos (de ellos casi treinta en Cataluña), hayan empezado a surgir los mismos gritos y proclamas independentistas liderados por estos nuevos fanáticos catalanes.
Estamos más que hartos de que estos señores catalanistas hayan gastado miles de millones de euros e incontables horas lectivas en la promoción y enseñanza de un idioma, el catalán (su tan querido bilingüismo), que no sirve para nada, ya que en Cataluña y en España todos podemos comunicarnos perfectamente en español.
Estamos más que hartos de que todo ese dinero y tiempo no se haya empleado en la enseñanza de otros idiomas (francés, inglés, alemán...), que sí sirven para comunicarse con cientos de millones de personas de otros países, con los que, hoy día, estamos obligados a mantener relaciones políticas, culturales y comerciales.
Estamos más que hartos de que la Conferencia Episcopal Española y los obispos catalanes, tan acostumbrados a injerirse en otros asuntos del Estado (educación, aborto, eutanasia...), no hayan tomado partido en este asunto, esperando, sin duda, para ver de qué lado cae la balanza antes de pronunciarse; les va en ello el seguir cobrando.
Estamos más que hartos, en fin, de que la insensatez, la demagogia y el oportunismo político de unos pocos haya llevado a una parte de la población catalana a seguir sus consignas ciegamente. Ya sabemos que los fanatismos de todo tipo se construyen sobre el adoctrinamiento de una parte de la población y la neutralización del resto.
José Ángel Aguirre González
Oviedo
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