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«Debemos» advertir

24 de Noviembre del 2014 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Dicen que los animales usando el espacio nunca tropiezan dos veces en la misma piedra, sin embargo las personas usando el tiempo caemos en el mismo fracaso una y otra vez desaprovechando las oportunidades y no centrándonos en lo constructivo, quedando atrapados en el nefasto bucle de nuestra Historia.

El general Franco dio un golpe de Estado contra la República por los hechos que acaecían y los motivos que le parecieron. Fue una horrible guerra. Tras 35 años de dictatorial posguerra, desbancamos al franquismo y nos fue más que bien, fue la Transición. Felipe González, tras la intentona del 23-F, dio un vuelco electoral por el cambio. Pero se equivocó en cosas importantes: 1) No quiso dar a las personas libertad cultural y persiguió las Humanidades en las escuelas y la Filosofía fue denostada. 2) Estableció un férreo control mediático con la RTVE, lo que llevó a Mauro Muñiz a escribir: «La madre de todas las corrupciones». 3) Declaró por ley que los funcionarios docentes de la Formación Ocupacional no fuesen docentes y permitió así la subcontratación de la formación y el uso externo de todos los fondos estructurales europeos de la misma, este fue el modelo para que los proyectos europeos y demás fondos propios, fuesen más buscados como ingresos de fácil distribución que como planes productivos para el futuro. 4) Abandonó la economía productiva a largo plazo y se alimentó de la venta de empresas públicas sin que nos quedáramos con el más mínimo paquete accionarial, pero con puerta abierta al Consejo de Administración. 5) Entró a saco en las Cajas de Ahorro. 6) Permitió la persistencia de Empresas públicas deficitarias a base de estratégicas prebendas a trabajadores y sindicatos de las mismas, haciendo diferencias con el trabajador común. 7) Traicionó al voto de 1982 como demuestra el informe de James Petras. Todo fue así y seguido hasta que llegamos al desastre previsible. Ahora lo está investigando el Poder Judicial. Los dirigentes de «Podemos», de excelentes aptitudes, deben vigilar, no podemos equivocarnos de nuevo, debemos acertar.

La mayoría de las revoluciones siempre han sido mayoritariamente destructivas y, lo que debería llegar, nunca llega. El pueblo judío esperaba un mesías que lo engrandeciera, pero la revolución de Jesús de Nazaret no quería grandeza alguna. Por el contrario, el Imperio Romano proclamaba dioses a sus emperadores y un Dios-rey constituyó el avance del cristianismo desde que se juntó con el imperio. Ahora, desde Vaticano II, la iglesia católica ya no presenta un Dios-rey dispuesto a la dominación, sino un Dios-humano dispuesto a la liberación de todas las personas. Puedes ser ateo, agnóstico, o un simple no creyente, pero el mensaje moral del Papa Francisco declarando que el miedo a salir en defensa de las personas es algo contrario a la fe, no debe serte ajeno. Deben tenerlo en cuenta desde «Podemos» para aclarar si quieren ser fanáticos antirreligiosos laicistas o, simplemente, laicos que respetan a esa otra revolución moral (separada del poder político) que hay en marcha en defensa de las personas desde hace 2000 años. Es algo como para meditar.

Hannah Arendt, en «Sobre la revolución», hace un análisis comparativo entre la revolución que instaura la República en Norteamérica y las revoluciones de la vieja Europa. Nos dice como Thomas Jefferson, al visitar Francia dos años antes de la revolución francesa, escribió: «de veinte millones de personas [...] diecinueve son más miserables, más desventuradas durante toda su vida que el individuo más miserable de todos los Estados Unidos». Luego tras la revolución francesa, veinticinco años después, se referiría «a la canalla de las ciudades europeas» en cuyas manos toda porción de libertad «se corrompía de inmediato y se dedicaba a la demolición y destrucción de todo lo público y privado». Hannah Arendt interpreta la causa del fracaso de las revoluciones en la vieja Europa como algo debido al rencor sobrevenido por la doble miseria de indigencia y corrupción previas. John Adams decía: «el deseo no sólo de ser igual o parecerse, sino de superación, será siempre, junto al instinto de conservación, el gran resorte de las acciones humanas», por tanto el rencor no debe ser prevalente y menos para la dominación o la venganza.

Deben tener en cuenta estas cosas desde «Podemos» para hacer sinergias. Deben meditar, porque, habiendo prevención hacia ellos, sin embargo pueden llegar a ser parte de todos. Debemos diferenciar lo conveniente de lo inconveniente, y, en este caso, lo primero: es el imperativo de satisfacer las necesidades de las personas ligadas a sus Derechos Humanos; lo segundo: mantener la estabilidad institucional con esta nueva monarquía que defiende un Estado democrático de Derecho junto a las virtudes que se dicen republicanas. Nunca hubo mayor estabilidad entre los españoles. Mantengámonos unidos y estables, no volvamos al pasado de 1931 por la fanática necesidad de la visita de la vieja dama y su rencor. El mundo debe avanzar y hacerlo sin fanatismo.

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