Muchos jóvenes planean emigrar
Ante las tasas de desempleo existentes que son sobrecogedoras, también para la juventud, parece que la salida es la búsqueda de oportunidades laborales en el extranjero. El que, aproximadamente, seis de cada diez jóvenes de entre 18 y 30 años, piensen marcharse a otro país a trabajar y ganarse la vida, es una clara e inequívoca expresión de la situación económica de España.
Y lo más significativo, quizás, es que las perspectivas a medio y largo plazo no son positivas. Así lo consideran también la mayoría de los jóvenes españoles e italianos, ya que son los más afectados por la falta de puestos de trabajo, con un nivel suficiente de ingresos, para poder vivir dignamente. De hecho, creen que vivirán peor que la generación de sus padres. Esto pone de manifiesto un indudable pesimismo, que está justificado ante la carencia de una política de empleo mucho más ambiciosa y dinámica, que implique a todas las empresas promoviendo nuevos proyectos de actividad económica.
Que en Alemania solo el 21 por ciento de los jóvenes apostarían por trasladarse fuera de su país para trabajar es un dato a tener en cuenta. Y que es fácilmente explicable, por ser el estado más potente de Europa, desde un punto de vista económico.
Además, el desaprovechamiento en este país de la preparación de los titulados universitarios y, en general, de la cantidad de investigadores, científicos, filósofos, etc., es algo completamente ilógico y absurdo. Que para seguir investigando muchos jóvenes tengan que irse, porque en España no encuentran condiciones adecuadas para desarrollar su vida profesional es lamentable.
Si bien, según dicen los resultados de una macroencuesta, parece ser que los jóvenes españoles son los más emprendedores entre los europeos. Un 40 por ciento desean poner un negocio con el nivel de riesgo que ello implica, aunque se pueda calcular y valorar de un modo aproximado, y con un margen de error, probablemente, considerable.
Los grandes problemas de la sociedad actual son el paro y la precariedad, ya que de los mismos derivan los restantes en buena medida. Los trabajos temporales aunque es cierto que desempeñan una función en determinadas circunstancias productivas, no son una alternativa suficiente para la escasez de trabajo existente, por causa del bajísimo crecimiento económico existente.
Aunque también conviene reconocer que la existencia de una mayor cantidad de jornadas a tiempo parcial en Alemania y en otros países parece que resuelve, en cierta medida, e incrementa el nivel de actividad de todos los ciudadanos.
De todas maneras, que el paro y los trabajos basura desanimen a los jóvenes es algo entendible. Quizás haya que dar más valor todavía a la Formación Profesional en nuestro país, respecto a otros tipos de conocimiento más teórico. Y, sobre todo, seguir en este aspecto la línea educativa general de Alemania, que establece itinerarios formativos en la enseñanza media mucho más precisos y eficientes, en función del rendimiento académico de los adolescentes, y de sus capacidades, intereses y gustos personales.
Evidentemente, la emigración para trabajar y forjarse una vida autónoma es algo que, si es voluntario y no forzado por las circunstancias, posee aspectos positivos indudables. Lo que no considero racional y adecuado es que se quiera hacer de la necesidad virtud, por decirlo de un modo sencillo.
Otra cuestión diferente son los jóvenes que van a completar su formación al extranjero, y analizan la posibilidad real de ponerse a trabajar en el extranjero.
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