¡Gracias por vuestra generosidad!
Muchas gracias a todos. De verdad. Gracias a cada una de las personas que fuisteis a Madrid con ilusión y ganas de alzar la voz por la vida, la mujer y la maternidad. Gracias, sobre todo, por vuestra generosidad, por haber dado vuestro tiempo, dinero y esfuerzo por tan noble causa. Gracias a los organizadores, a los voluntarios, a los que os subisteis al autobús en la madrugada con un bocadillo para mostrar vuestro rechazo a una ley injusta, no sólo para los bebés no nacidos, sino para sus madres, sus familias y para la sociedad.
Nos tocan tiempos difíciles en los que ha de abundar la generosidad, porque si no no haríamos la mitad de las cosas que la vida nos exige. Quizá la generosidad que hoy más hace falta sea la de dar un poco de tiempo para causas nobles. La defensa de la vida es una de esas importantes, nobles y grandes causas que hoy están en la palestra puesto que el mayor beneficiario de dicha ayuda es un bebé que no tiene voz para quejarse ni para dar las gracias. Por eso yo quiero darlas por ellos. Y por las mujeres que todavía hoy nos vemos abocadas a tomar decisiones que van contra nuestra propia naturaleza, muchas veces por desconocimiento y sin la voluntad firme. Porque el problema del aborto es un anacronismo en las sociedades del bienestar contemporáneas y es tres veces inadmisible: es inadmisible que en pleno siglo XXI haya que luchar y reivindicar el derecho a nacer en Occidente; es inadmisible que cada vez haya menos recursos humanos para satisfacer las demandas crecientes de sociedades envejecidas y acomodadas; es inadmisible que las mujeres sigan teniendo que padecer el acoso social y laboral que sigue a un embarazo (y no digamos si es el segundo o el tercero). Y lo que es absolutamente reprobable es que los políticos y ciertos sectores de la sociedad den la espalda a esta realidad, porque supone hacer pactos sociales importantes además de grandes esfuerzos gubernamentales, a priori mucho más caros que enviar a una mujer a abortar, pero que a la larga son los únicos que nos harán verdaderamente libres y harán sostenible un país con una pirámide de población ya invertida.
No olvidemos que los políticos o empresarios no se verán nunca perjudicados por el aborto, puesto que no lo sufren en carne propia e incluso, muchas veces, será un atajo para solucionar un problema puntual con una empleada o con una ciudadana que necesite ayuda y asistencia social. Por eso no quiero dejar pasar los coletazos de lo vivido el sábado en Madrid para reivindicar un compromiso real ya con la vida y las mujeres. Porque las mujeres no debemos dar ni un paso atrás en nuestros derechos, que van más allá de aborto sí o aborto no. Porque tenemos derecho a que la maternidad se proteja, se defienda y sea motivo de cohesión social. Que no nos usen de arma arrojadiza con leyes mediocres que dejan de lado los verdaderos problemas de las madres y, por supuesto, que se olvida de los bebés que vienen en camino.
Una sociedad que camina y reivindica es una sociedad sana y por eso no dejemos esta sana costumbre de reivindicar lo que es justo. Porque si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará. Por ellos, por ellas, por nosotros como sociedad, gracias por vibrar con la vida; gracias por creer que esto se puede cambiar.
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