Se la comió el Jaguar

Me encontraba en casa poniendo la mesa y escuchando la radio, cuando una noticia de última hora entraba en los boletines informativos. El juez Ruz emitía un auto en el que indicaba que la señora Mato fue partícipe a título lucrativo de los supuestos delitos de su ex marido en el “caso Gürtel”. Esto era ya sabido por todos, pero ahora lo acreditaba un juez, que otorga más veracidad. Aunque, viendo el nivel de la judicatura española, podríamos dudar de esta afirmación.

Conozco algunos casos en los que hombres y mujeres niegan la realidad para continuar con su placentero modo de vida, son engañados por sus cónyuges pero, por no apearse del escalafón, permiten relaciones extramatrimoniales y desplantes en público. Suelen negar que esto ocurra, ellos nunca ven nada. Es muy duro pasar de doña Ana, a Ana laqueli –la que limpia–. Mucho peor, dejar de ser la señora ministra para quedarse en Ana a secas.

Ana Mato decía no ver el Jaguar ni el 4×4, negaba todo con rotundidad. Ella no sabía nada, ni de coches, ni cumpleaños con kilos y kilos de confeti, ni de todos los regalos y privilegios que recibió su ex marido.

La señora llegaba a Génova con su “shopping” de Louis Vuitton, conduciendo un 4×4 y con un bronceado atemporal de ésos que sólo se cogen en un lugar exótico y lejano, el mismo que luce Lagarde conferencia tras conferencia del FMI. Cuando alguien le preguntaba, ella decía que no sabía, que del dinero se encargaba su marido, ella era una simple diputada.

La exministra estaba respalda por su partido; bueno por Rajoy, que es lo mismo, pero distinto.

Mariano, hace uno meses, aparecía en un plasma, entre otras muchas cosas, para proteger a esta señora. Negaba que hubiese cometido delito alguno, mantenía que todo era falso. Ana era una de las suyas, no la iba a dejar caer. Planeaba usar su cadáver como el del Cid, alguna victoria podría conseguir. Con el paso de los meses vimos que no fue así. Los cadáveres deben retirarse pronto y, cuanto antes, darles sepultura; si no, son un foco de infecciones, pudiendo causar numerosas bajas.

Pasadas las 19.30 horas, Ana Mato presentaba su dimisión; dice que es una decisión personal, para no perjudicar al partido. No me creo nada.

Poco le importan a esta señora su partido y, mucho menos, España. Ha tenido numerosas ocasiones para presentar su dimisión por continuas meteduras de pata –tanto de índole personal como en el desempeño de las funciones de su Ministerio– y ahí seguía. Toda España, excepto algún acérrimo defensor del PP y los simpatizantes de Podemos, que estaban encantados con este filón de votos, ha implorado la dimisión de esta señora.

La señora Mato sólo sería culpable si hubiera tenido conocimiento de los beneficios que recibía su marido de la “Gürtel”; entonces sí tendría que presentar su dimisión, que estaría fundamentada. Al dimitir se contradice, da a entender que sí conocía de dónde sacaba el parné su marido. Esto ella ya lo sabía, aunque lo negaba hasta la extenuación, el PP así se lo ordenaba. Nunca muerdas la mano que te da de comer, tampoco la que te da sobres. Hoy han cambiado las tornas. Se la comió el Jaguar.

El señor presidente se levantaba, como acostumbra los días de Champions, a las 19.00 horas; los días que no hay Champions no crean que lo hace mucho más temprano. Así podrá estar descansado para el partido y aguantar los resúmenes y magacines deportivos. En pijama, batín, gorro de dormir y zapatillas era informado de la acusación de su bonito cadáver. Antes de que siguieran informándole, interrumpió: Hoy haiss Chiampionsss, juega el Madrí. Ana tiene que dimitirsssh. Comunícale que nosshshs cuenta con mi reshshspaldo ni el del partido. No vaya a ser que tenga que ponerse a preparar un discurso nuevo sobre la corrupción, a estas horas, cuando ya se tenía aprendido el cuento. Además juega el Madrid. Nada hay más importante para Rajoy que el fútbol, ya se imaginaba sin ver el partido, lo que le faltaba. ¿Qué será lo próximo? Leer la prensa diaria en lugar del “Marca”. Cada vez que veo a Mariano, me imagino su posible epitafio: “Yo era registrador a los 23, vine aquí estando comido”.

Al mismo tiempo que la señorita Mato presentaba su dimisión, Mariano avisaba a las cocinas de Moncloa que en lugar de Estrella Galicia, esta noche iba a beber Juvé y Camps –que quiere hacer patria–, elegía puro de la cava: un Montecristo del 2, por Margallo y Raúl Castro, y ojeaba el “Marca”, su periódico de cabecera.

A las 20.45 Mariano era la persona más feliz del mundo. Ana, de camino a su casa, musitaba: “Qué bonito era aquello de ver cómo visten a los niños”.