Reconocimiento a un ilustre periodista
Luis José, este 21 de noviembre de 2014, en consonancia con la estación, es tiempo de castañas, tiempo de otoño y de cosecha, fecunda, como la que tú acabas de recoger, en forma de reconocimiento a una brillante trayectoria de vida, en lo profesional y en lo personal. Amigos, autoridades y simples vecinos te han arropado y han glosado tu trayectoria, sobradamente conocida para los lectores de nuestros periódicos; pero yo me quedo con las palabras del Alcalde poniendo el acento en tus cualidades personales. De ello, puedo dar fe al reconocer, de nuevo, el apoyo informativo que me brindaste cuando, el pasado mes de mayo, yo coordinaba la celebración del cincuentenario de la promoción 1964-68 de la Escuela de Formación Profesional Obrera de la Fábrica de Armas de Trubia.
El acto de tu calle fue precioso y emotivo, de modo que tienes sobradas razones para sentirte en plenitud. Hecho este comentario, quiero añadir un verso suelto: además de todas las personas que te arroparon, yo, que llegué temprano al lugar, aún sin bullicio, pude observar que dos magníficos ejemplares de Quercus robur (popularmente, roble carvallo), dos supervivientes del ladrillo, crecen majestuosos, callados, en el jardín, uno al borde de tu calle y el otro, algo apartado, ligeramente inclinado, de tal manera que parece decidido a dar el paso para ocupar la misma posición que su compañero. Ellos, bajo la atenta mirada del Naranco, que incluso les regala (también a tu calle) el murmullo de un incipiente río cristalino, ofrecen su sombra, tal vez, desde hace más de cincuenta años, alegrando primaveras con sus hojas verde agua y poniendo, cada otoño, una paleta de colores, cuando el viento esparce sus hojas moribundas sobre el pavimento, sobre las baldosas de tu calle. Ellos, carbayones como tú, hoy fueron testigos mudos del bautismo de una calle, anónima hasta ayer, pero que desde hoy tiene merecido nombre propio. Para siempre, en el hermoso barrio de La Florida, antes pastoril, será la calle de un ilustre carbayón que, en su oficio periodístico, emuló durante medio siglo a aquel otro viejo y poderosos roble que, en fechas lejanas, sucumbió al hacha insensata.
¡Muchas felicidades, en mi nombre y me tomo la licencia de hacerlo en el de los dos carbayones de la calle Luis José de Ávila!
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