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Así se hacen ricos los empresarios sin escrúpulos

4 de Diciembre del 2014 - Aida Fernández Rubio (Grado)

El pasado año escribí unas líneas en esta misma sección que me brinda LA NUEVA ESPAÑA mediante las que di a conocer mi experiencia, triste experiencia, que no le deseaba a nadie. Escribí también desde la indignación y la impotencia que me sigue causando el hecho de haber trabajado con toda mi ilusión y dedicación durante el verano pasado; trabajo por el que, como en su día expuse, aun no me han pagado a pesar de haber recurrido a los tribunales y haber ganado el juicio a la empresa representada por José Roberto Antuña Allende, que sigue desarrollando la misma actividad, me imagino que con otra denominación.

Comenzaba diciendo que era una titulada universitaria que, como otros muchos jóvenes, encuentra poca salida laboral en Asturias y que, pese a ello, sigue formándose y sigue intentándolo cada día, tratando de no perder la ilusión ni las ganas de encontrar un futuro. Trabajo aquí y allá, donde puedo, en lo que me va saliendo, aunque no sea de lo mío, es decir, de aquello para lo que me formé. La cuestión es seguir adelante, aunque a veces te encuentres con situaciones como la que en su día expuse.

Pues bien, este año nuevamente, con el fin de sacar unos euros para seguir subsistiendo, volví a la misma actividad y fui contratada, en esta ocasión, como profesora de inglés por la empresa I.S.E.C., S.A. (Instituto Superior de Estudios Empresariales Cambridge) en la persona de su legal representante, con domicilio en la calle Gran Vía, 60, España 724, Madrid (28013) y, al igual que el año anterior, finalizado el contrato, solicito el pago de mis honorarios y dietas y, una vez más, el pez grande se come al chico.

Tras insistir mediante llamadas de teléfono y correos electrónicos, me indican que me enviarían un cheque por el importe de mis honorarios que no pasaban del 20% de lo pactado en el contrato.

Ante tal tomadura de pelo, nuevamente me pongo en contacto con ellos y la contestación fue muy sencilla: es lo que hay. Si lo quieres, lo coges; y si no, lo dejas, como las lentejas.

Solicité el correspondiente acto de conciliación a la Unidad de Mediación, Arbitraje y Conciliación de Oviedo, al que ni se dignaron asistir,

Me queda el último recurso: acudir a los tribunales de justicia, con los consiguientes gastos y el riesgo de que al igual que el pasado año lo gane pero que exista insolvencia por parte de la empresa y a seguir con más cabreo.

Me reitero en lo dicho en esta misma sección el pasado año.

No se puede utilizar a las personas de esta manera ni aprovecharse de los demás de este modo. Ahora que se habla continuamente de licenciados universitarios con contratos precarios, salarios de miseria o condiciones laborales poco dignas, como pueden ver, hay ya otras situaciones peores en nuestra comunidad autónoma, porque estoy convencida de que el nuestro no es, ni mucho menos, el único caso. La nueva moda en algunas empresas es la de contratar licenciados, capital humano cualificado, sin pagarles cuando finalizan su trabajo.

Aida Fernández Rubio (doctora en Biología)

Grado

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