De la familia y la consejera de bienestar personal

Parece claro que, menos la guapura, todo se pega. Nadie podrá negar que el franquismo nos ha legado casi todo lo que sustentaba su trilogía: familia, municipio y sindicato. A saber. ¿El municipio? Pues el municipio patas arriba, endeudado hasta las cejas y debiendo dinero hasta al panadero de la esquina. Eso sí, sus ediles, con un salario acorde a los recortes. ¿El sindicato? Bueno, de esto mejor no hablar; en todo caso, que le pregunten a Fernández Villa o a los sindicaleros andaluces de los ERE. Pero ¡ah!, ¿Y la familia? Pues la familia, muy bien, gracias. Sobre todo la de algunos sinvergüenzas.

Y todo empezó cuando el hermano del entonces vicepresidente del Gobierno de González, Alfonso Guerra, perdón, don Alfonso Guerra, colocó a su hermano Juan en un céntrico despacho de conseguidor en el centro de Sevilla. Éste fue el seminario de la corrupción en España; todo un máster gigante a modo de método didáctico por el que, hasta hoy, toda una legión de malversadores se habría de guiar para, junto a su familia, hacerse multimillonarios a costa del erario.

Los casos más recientes no son más que la herencia de aquellas patrañas. En Cataluña, lo del 3%, era mentira, se trataba del 5%. Cristina de Borbón no está en la cárcel porque estaba enamorada y no era consciente. Su marido continúa campando a sus anchas. Sin embargo, Isabel Pantoja, que también estaba enamorada, está entre rejas junto a su enamorado, el exalcalde Julián Muñoz. Es la prueba del 10 de que en España la justicia es igual para todos.

El presidente socialista andaluz Manuel Chaves, y también en claro ejemplo de defensa de la familia, adjudicó a su hija un contrato por más de 10 millones de euros. ¿Qué no haría un padre por una hija? La exministra Ana Mato, beneficiaria conyugal de regalos en forma de coches Jaguar y demás, también estaba enamorada, y la pobre se dejó llevar por el amor. El escándalo no se sostiene y Rajoy acaba de destituirla. ¡Ah, la familia!. Acerca del deshonorable Jordi Pujol e hijos, ya se sabe. Los viajes a Andorra eran el motivo de unión familiar.

Por si fuera poco, la diputada autonómica madrileña Tania Sánchez se jartó de repartir viviendas sociales entre su familia, cuando ejerció de concejala de Izquierda Unida en un pueblo de Madrid. Y es que, ya se sabe, la izquierda que permanece unida tiene que serlo para todo. Y no seguiré, no fuera que Pablo Iglesias me acuse de machista.

Pues nada, que en Asturias no íbamos a ser menos a la hora de defender a la familia. El expresidente Tini Areces colocó a su señora esposa de directora del Instituto Adolfo Posada (que controla todas las convocatorias de trabajo público en nuestra región) sin tener la titulación necesaria para dicho cargo. ¿Qué no hacer por una buena esposa?, se preguntaría el hoy culisedente senador Areces. A todo esto, su hijo es profesor en la Facultad de Derecho de Oviedo. ¡Que un hijo es un hijo, ya se sabe!

De Fernández Villa, su familia sindicalera y la del Montepío de la Minería, ya está casi todo escrito. Villa colocó a su hijo Robando, quise decir Rolando, de gerente en un geriátrico en Felechosa, con un sueldo de presidente del Banco Mundial. ¡Ah, los hijos. De las otras familias socialistas asturianas, todo queda por sentenciar alrededor del rosario de casos de corrupción: los sobrecostes del Muselón, el HUCA, el Niemeyer, los Cursos de Deformación a cargo de los sindicatos, el “caso Riopedre”, o la trama del agua a cargo de Aquagest, que implica a 29 concejos asturianos. Aquí vemos al alcalde de Tapia de Casariego (bachiller a trancas y barrancas), Enrique Fernández (PP), que tiene a su señora esposa (estudios primarios) al frente de la oficina de Aquagest de Tapia. Estoy seguro de que todavía seguirán enamorados, aunque mejor no decir de qué.

Mientras, el consejero del paro, la desindustrialización y el desempleo, Graciano Torre (récord de Asturias en desempleados), tiene a su hijo Nino Torre de diputado autonómico. Ya se sabe, la familia que trabaja unida permanece unida. Un exdiputado nacional por Asturias (PP), el llanisco Bustillo, condenado a 7 años de inhabilitación, trabaja de administrativo para su Partido Popular. ¡Ah, el partido ser el partido! Entre tanto, la concejala del PP en el Ayuntamiento de Oviedo Belén Fernández comparte pupitre con su marido, Rodolfo Sánchez, quien ejerce de jefe de prensa del alcalde Caunedo. Los tres están enamorados.

La consejera socialista de bienestar personal Esther Díaz es participante familiar, junto a su marido, de las mejores y más multimillonarias adjudicaciones de obras públicas en Asturias. La pareja ha de estar unida en la salud y la enfermedad, también en los negocios.

Pues nada, estamos cerca de la Navidad. No sé si cinco millones de españoles, cien mil asturianos entre ellos, podrán decir lo mismo, pero el amor y la familia deberán seguir presidiendo nuestras vidas. ¡Por amor, que no quede!. Y si no que se lo pregunten a una legión de sinvergüenzas.