Cantinflas por siempre
Ha sido para mí una satisfacción ver la película “Cantinflas”, de Sebastián del Amo, proyectada durante la 40.ª edición del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. La trama y el argumento me han remontado a mi incipiente juventud, cuando me aficioné al estilo de este actor inmortal que muchos tenemos entre nuestras estrellas favoritas. Me ha parecido una estupenda semblanza de Cantinflas y Mario Moreno en el período de veinticinco años de su vida.
La doble caracterización de Cantinflas y Mario Moreno cuenta con el actor Óscar Jaenada, quien firma un magnífico trabajo que discierne perfectamente el periplo del personaje, dando rienda suelta a su imaginación, y el del hombre que lo encarna, que nos muestra cómo lleva adelante su día a día. Un Cantinflas desgranado en gestos, habla y andares que recrean fielmente la vida de aquel joven que empezaba a abrirse paso en las carpas de circo de los años treinta. Y un Mario Moreno que en su vida conyugal con Valentina Ivanova afronta el sempiterno conflicto de distanciarse del hogar por su apretada agenda, en escenas de tensiones muy logradas; también abandona el tono humorístico para defender la dignidad de la Asociación Nacional de Actores y nos deleita con una asertividad inconfundible en sus entrevistas con los productores estadounidenses. Se ha tenido a bien en reproducir una escena que desvela al espectador el origen de la palabra “Cantinflas”.
El recurso continuo del “flashback” que une los inicios profesionales de Mario Moreno en su tierra natal con su posterior reconocimiento internacional en Los Ángeles ha servido para trazar un largo y paciente camino hacia la fama. Esta biografía cinematográfica ha engarzado muy bien el presente y el futuro del artista y su personaje, que surge y desaparece como si de un arlequín se tratara en las entretelas de los productores estadounidenses.
Qué oportunidad ésta de reencontrarnos con la campechanía de Mario Moreno y Cantinflas, el hombre y el artista que ven siempre una salida frente a los problemas, que nos hacen sonreír a pesar de todo y que defienden ese grato reto que el mundo al final nos agradece: ser uno mismo.
Marco Antonio Molín Ruiz
Huelva
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