De conchas y quelonios
Cuando "El cura y los mandarines" estaba a punto de ser lanzado por Planeta llaman al autor, Gregorio Morán, a capítulo. Al capítulo penúltimo, para ser exactos. Once malditas páginas (en un libro de setecientas), de las cuales dos conciernen al filólogo asturiano Víctor García de la Concha (Villaviciosa, 1934), que fue director de la Real Academia y actualmente dirige el Cervantes, leemos en LA NUEVA ESPAÑA, que entrevista al autor (8.11.14). Al que no consigue entrevistar, habiéndolo intentado por tierra, mar y aire, es al académico, cuya influencia Gregorio Morán ve detrás de la suspensión del libro. Sospecha confirmada por el editor, José Manuel Lara: lo que impide la publicación es el hecho de que García de la Concha es un colaborador muy eficaz de la casa.
Gregorio Morán no es un autor cómodo y, de otra parte, el éxito hace de García de la Concha diana fácil de dardos dudosamente intencionados. Los que le lanza Morán dejan meridianamente claro que el santo no es de su devoción: García de la Concha es un tipo de intelectual muy español, ágrafo -su obra cabe en un folleto-, pero con capacidad para trepar por la cucaña cultural (aparte de la hipérbole de ágrafo, y si se cambia trepar por ascender, el resto iría a misa). Responsable del Frente de Juventudes en Oviedo (primera noticia), que recibía a las autoridades políticas (Fernández Sordo ¿no se lo llevó a PIRESA?). Intelectual mediocre (valoración subjetiva) con talento mediático (verificado). Fin de cita (los paréntesis son de cosecha propia).
El director del Cervantes, que dirigió la Academia, colabora muy eficazmente con Planeta, que edita el Diccionario de la ídem a 450.000 ejemplares. Puestos a la venta a cien euros por tomo, cosa que manda huevos (de nuevo LNE). Aquí dimite la consejera de Bienestar por un módico 19%; a un diputado de la oposición le anulan el catering de los nenes sin comerlo ni beberlo; en Madrid cae una ministro por participar a título lucrativo; al CGPJ le amputan una miembro que volvía de Andorra con 500 euros menos de lo permitido. ¿Los mandarines tienen bula? Pues con 450.000 a cien por tomo, hay lucro para dar y tomar (a ver si las querellas iban a ser por lucro cesante). Por Dios, por Dios, por Dios, que diría Postigo.
Mas por alargada que sea la sombra del ciprés, según Morán, Akal saca ahora a la luz esas dichosas once páginas y se sabrá por fin lo que le enturbiaba el dormir a ese enhiesto surtidor que lo quería ser de sombra y sueño. Si el autor se propasa en libertad de expresión, rinda cuenta a la justicia. Pero los mandarines tendrían que saber, ay, que en democracia taparle la boca a alguien es remedio más dañino que la enfermedad.
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