Yo también quiero ver a la OSPA
En los últimos años nos hemos encontrado todos con una realidad dura: nuestro descenso del nivel de renta, que ha afectado más a las rentas bajas y medias que a las altas.
Se supone que nuestra Constitución consagra el principio de progresividad fiscal, esto es, los que más tienen deben proporcionalmente pagar más que los que menos tienen. Hoy en día este principio hace aguas por muchas partes, llegando el caso casi pornográfico en el que los que menos tenemos sufragamos el ocio de los que más tienen. ¿Suena a broma, verdad? Pues no lo es, voy a explicarlo con un ejemplo.
Veamos, los conciertos de música clásica de nuestra amada OSPA. Una entrada cuesta hoy en día entre 22 y 30 euros. Por otro lado, es sobradamente conocido que la OSPA es deficitaria, todas las orquestas lo son, es imposible que sea de otra forma. Es decir, la diferencia entre lo que la OSPA recauda vía venta de entradas y abonos es cubierta con los Presupuestos del Principado de Asturias. Es decir, con sus impuestos y los míos. ¿Por qué no se ponen precios superiores? Es sencillo, porque los precios necesarios para que la OSPA fuese rentable no podría pagarlos casi nadie. Estamos, pues, ante lo que se denomina en doctrina tributaria, Precio Político. Es decir, un precio fijado por la Administración pública, claramente por debajo del precio de coste y/o de mercado con el objetivo de que la ciudadanía acceda a un determinado servicio o bien que de otra forma sería inaccesible.
Y aquí es donde empiezan los problemas. ¿Todo el mundo puede pagar una entrada de 22 euros para un concierto? Bueno, si vas una vez al año, sí. Pero una unidad familiar, una pareja (44 euros) que desease ir con asiduidad a oír a la OSPA con los salarios medios que tenemos en este país en este momento (según Agencia Tributaria un tercio de la población tiene un salario mensual de 650 euros), ve imposible acceder a ello. Es mi caso. Con 50 euros comemos una semana entera.
Alguien podría decirme, pues mira, si ir a ver conciertos de música clásica está fuera de tus posibilidades, te aguantas. Vale. Aprieto los puños y me aguanto. Pero no, porque luego llega la campaña de IRPF y tengo que pagar mis impuestos, los que sean, pero pago: gracias a dios estoy en activo, trabajador en precario, pero activo. No me llega para ir a ver a la OSPA, pero... sí para pagar mi parte alícuota del presupuesto de la misma para que personas que tengan más renta que yo puedan disfrutar de tal maravilloso placer.
Resumiendo, no tengo suficiente renta para disfrutar de la cultura, pero sí para pagar impuestos con los que subvencionársela a los que tienen más que yo.
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