José Luis Balbín, hijo predilecto de Pravia
El pasado mes leí en la prensa que un amigo de Cudillero había solicitado que se reconociese en Pravia a José Luis Balbín Meana como hijo predilecto de la villa.
Hace cuatro años que vivo en Gijón y no puedo seguir de cerca la actualidad de mi pueblo, pero me sorprendió que la iniciativa partiese de Cudillero y no del pueblo donde nació José Luis. Recordé entonces que hace 20 o 30 años un grupo de amigos le hicimos un homenaje al que se unieron casi todos, y que éste era el motivo por el cual la solicitud no partiera de personas del propio pueblo.
Ha pasado un mes, acaso más, desde que leí la noticia, y no supe si el Ayuntamiento había recogido la sugerencia venida de Cudillero o si por alguna razón ha hecho oídos sordos a la misma. Quiero, desde Gijón, como praviano en el exilio, como amigo de José Luis y como exconcejal por el Partido Socialista, un partido de izquierdas, unirme a la petición de que se nombre hijo predilecto de Pravia a José Luis Balbín Meana. Y voy a intentar explicar los motivos.
Normalmente, las causas de nombramientos similares tienen como fundamento razones de índole material; el hijo predilecto ha conseguido para el pueblo beneficios tangibles: una escuela, un instituto, una subvención importante para una traída de aguas, la instalación de una industria que da trabajo a gran parte de los vecinos, etcétera. Y unido al título, se da su nombre a una calle o plaza. Pero el caso de José Luis Balbín es de diferente cualidad, no ha sido un bien material, sino intangible, invisible, etéreo y sutil; dicho en términos populares: ha puesto a Pravia en el mapa de Europa, no solamente ha sido en España, a través de su inolvidable programa educativo "La clave", sino también en los lugares donde estuvo como corresponsal, bien de prensa (Berlín) o bien de TV (París). Siempre, en sus charlas, encontraba un hueco para citar a su patria chica, Pravia, presentándola como el corazón del paraíso.
Pero no solamente el amor a su pueblo se manifestaba a través de su fama, sino que su generosidad se revelaba al invitar a Pravia a personajes del mundo de la cultura, de la política y del folclore nacional. He visto pasear, admirando los edificios de la Colegiata, la Casa de Moutas y las casas de los Canónigos al cantante andaluz Carlos Cano, al político catalán Senillosa y al filósofo Heleno Saña, dramaturgos como Antonio Gala, amén de pintores cuyos nombres se han hecho famosos en España y en Estados Unidos. Todos ellos hablaban públicamente de las excelencias de las gentes y de los paisajes de nuestra tierra.
Han pasado los años y personas que ya han fallecido (recuerdo en especial a don Valeriano, párroco de Riberas de Pravia) podrían hablar de sus dotes de cicerone cuando en París acudió a él para que les abriese las puertas de museos y lugares dignos de ver, acompañado de los niños de su parroquia. Y si un praviano en Madrid, como fue mi caso, no encontraba una entrada para un concierto, él se prestaba gustoso para conseguirla.
Para finalizar, aunque no sea lo último, recuerdo que le pidió como favor especial a Gerónimo Granda que nos ayudase en la campaña de las elecciones municipales del año 1983 actuando gratuitamente en la fiesta final de campaña que celebramos en lo que es hoy instituto y donde se celebran las exposiciones de frutos de la tierra.
Estos motivos, que no se pueden medir ni contar materialmente, son las razones que aporto para apoyar el nombramiento de José Luis Balbín Meana como hijo predilecto de Pravia.
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